¿Hacia un nuevo rol del Banco Central?

Eduardo Barreira Delfino

por Eduardo Barreira Delfino

miércoles, 07 de marzo de 2012

El pasado 1º de marzo de 2012, tuvo formal entrada en la Cámara de Diputados de la Nación, el proyecto de reforma de la Carta Orgánica del BCRA, mediante el cual se propicia la modificación de las leyes 24.144 y 23.928. El propósito de la reforma sería la de dotar al BCRA de las atribuciones necesarias para que, con su actuar, contribuya a promover: ”la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera y el desarrollo económico con equidad social”.

El gran interrogante que genera la iniciativa es si estos objetivos perseguidos por la reforma, se podrán verdaderamente alcanzar una vez aprobado el nuevo texto legal, atento que la actual Carta Orgánica ya contiene esas atribuciones necesarias para preservar la estabilidad financiera y cambiaria, con marcado énfasis legal e institucional.

Desde ese ángulo teleológico, ante las nuevas herramientas que se otorgarían al BCRA para fortificar la preservación del valor de la moneda y combatir la inflación y, ahora, impulsar el desarrollo económico con equidad social, merecen algunas preguntas, como ser:

1) ¿Es conveniente eliminar como misión primordial del BCRA, la de preservar el valor de la moneda, en una sociedad que culturalmente es proclive a la inflación?

2) ¿Es oportuno endilgarle al BCRA la responsabilidad de propender al desarrollo económico con equidad social?

3) ¿Esa nueva función en cabeza del BCRA, significa reemplazar al Poder Ejecutivo nacional en ese cometido, o compartir con él esa responsabilidad?

4) ¿Es conveniente que no haya reservas indisponibles fijadas legalmente y ampliar el campo de acción de las reservas disponibles?

5) ¿Es más fácil administrar las reservas internacionales en un régimen monetario de convertibilidad diseñado por la Ley 23.928 (vigente en nuestro país entre 1991 y 2001) o en un régimen de inconvertibilidad y de “flotación” cambiaria administrada como el vigente hoy en día?

6) ¿Es prudente contar con reservas abundantes para gerenciar la flotación cambiaria, en una economía estructural como la argentina, sensible a las fluctuaciones en el ingreso y egreso de divisas y a la relación inflación-paridad cambiaria?

7) ¿Es acertado que se desvincule la masa de billetes en circulación, de su respaldo en las reservas internacionales?

8) ¿Es promisorio dejar librado a la discrecionalidad del BCRA el valor fiduciario de la moneda nacional?

9) ¿Es preciso eliminar para el futuro, la obligación del BCRA de dar a conocer con periodicidad trimestral los ajustes al programa monetario, informando sobre las metas de inflación y la variación total de dinero proyectadas?

10) ¿Es importante para el país que se prioricen las necesidades fiscales sobre la política monetaria?

11) ¿Es útil que se elimine el carácter de órgano desconcentrado de la Superintendencia, restándole independencia funcional y se transfiera al presidente del BCRA el poder de control y la regulación del sistema?

12) ¿Es de avanzada que el BCRA indique a las entidades financieras a que sectores, a que plazos y a que tasas de interés deben otorgarse los créditos y asistencias financieras, sustituyendo a la banca pública que viene realizando en la actualidad, una significativa tarea de apoyo a diferentes sectores económicos y sociales?

13) ¿Es positivo que la confección de los estados contables del BCRA, no sea reglada y se admita cierta discrecionalidad, en atención a su condición de autoridad monetaria?

Esperemos que la reforma sirva para mejorar y consolidar la función del BCRA en su tarea natural de cuidar el valor de la moneda y combatir la inflación, como precondición para el desarrollo económico. A la par de lograr desterrar del seno social, la costumbre de recurrir a la inflación y a la devaluación, en forma periódica, como excelente herramienta y solución para disfrazar la mala administración de los recursos y purgar las responsabilidades por las malas gestiones incurridas.

En este sentido, es imprescindible recordar una de las máximas de LENIN que predicaba: "si quieres destruir el capitalismo, comienza por destruir su moneda". Los últimos 40 largos años de la vida económica del país, confirman holgadamente esta máxima.

La función prioritaria del BCRA, es garantizar la estabilidad financiera y cambiaria, para generar confiabilidad en la sociedad y sentar las bases para que el sector público como el sector privado planifiquen e implementen proyectos a mediano y largo plazo, sustentables (sobre bases sólidas) y sostenidos (mediante acciones persistentes), para impulsar el desarrollo económico y social.

El desarrollo en movimiento no depende de maquinaciones de un BCRA sino del comportamiento del Gobierno y de los actores económicos y sociales, tanto públicos como privados, siempre dentro de un marco indubitable de seguridad jurídica integral, la cual debe ser impulsada y consolidada desde el Estado nacional.