Las economías del futuro

Carlos Risso

por Carlos Risso

miércoles, 26 de enero de 2011

Cuando a nuestros abuelos ó padres se los oía hablar de China, Japón, África ó India, parecía que estaban hablando de misteriosos ó primitivos países ó continentes alejados de nuestra civilización, incapaces de generar alternativas válidas para ser comparables a los monstruos de Europa.

Estaban demasiado lejos y las comunicaciones y la tecnología por aquel pasado no tan lejano entiéndase bien, acrecentaba aún más esa lejanía, y metía a esas culturas dentro de un círculo tan distante como desconocido.

Recuerdo todavía el año 1966 cuando el Peñarol Campeón de América y del Mundo se fue de gira y en ella jugó un partido en Senegal, Africa.

Los partidos no se veían en vivo como ahora ni en diferido, simplemente que no se televisaban y menos aún desde Africa. El resultado se conocía varias horas después de haberse jugado y llegaba a los teletipos de los diarios generando una “noticia de último momento” que una campanilla muy particular de sonido agudo solía anunciar CX 14 Radio El Espectador de Uruguay.

El resultado de 4 a 3 a favor del aurinegro, fue tomado casi como una derrota. Como justificar un scorer tan cerrado ante un seleccionado desconocido, de poca monta con casi nulos antecedentes futbolísticos.

Hoy, cualquier equipo y más aún una selección africana deportivamente hablando y específicamente en el fútbol es respetable y respetado adversario, capaz de amargar y ganar al más encumbrado rival.

Esta simple anécdota deportiva sirve para analizar algunas noticias leídas los últimos días en distintos medios y que hacen pensar en un nuevo mundo en ciernes que seguramente ó muy probablemente vivirán las generaciones futuras.

The Economist, la prestigiosa publicación semanal británica, por ejemplo, reveló en uno de sus análisis, que “en los últimos diez años, no menos de seis de las diez economías con más rápido crecimiento estaban en África sub.-sahariana: Angola, Nigeria, Etiopía, Chad, Mozambique y Ruanda, con tasas de crecimiento anual de alrededor de 8% ó más”.

Según un estudio del Banco HSBC, “de las 30 economías que liderarán el mundo en 2050, 19 corresponderán a países que hoy son considerados no desarrollados. China desplazará a Estados Unidos, India a Francia, México a Australia y Colombia a Suecia”, y destaca entre los principales motivos para llegar a esta conclusión la evolución demográfica, “previendo que América Latina es la región que se perfila como la de mayor crecimiento en los próximos 40 años”.

Ya aquellos países ó continentes casi perdidos, sumidos en el misterio de la incomunicación, alejados de lo que en ese momento era el mundo todo, hoy emergen ya no como una promesa de poder pertenecer, sino que lo hacen desde el protagonismo que se han ganado en base a trabajo, dedicación, educación y esfuerzo aún con escasos recursos, catapultándolos a ocupar lugares de privilegio que para ellos parecían vedados.

“China desplazó a Japón como segunda economía del mundo y ahora va en busca de Estados Unidos, marcó otro titular de una revista especializada en economía”, lo cual ubica en el podio de triunfadores a dos economías que otrora lejos estaban de figurar siquiera en las top ten.

El avance de las comunicaciones, las nuevas tecnologías, las grandes crisis y los distintos ciclos económicos han hecho que los grandes ya no sean tan grandes y que todo se perciba más parejo, dentro igualmente de un mundo aún socialmente desigual, injusto en la distribución de su riqueza, egoísta en la búsqueda de soluciones y reacio a entender un proceso de reconversión de roles que no parece tener marcha atrás.

La China del cuento, la India temida, el Japón con su sabiduría, ya son parte activa de nuestra vida, son realidades de un mundo que las ve como potencias, que van buscando día a día mayor espacio, que reciben cada vez más gente de negocios y turistas ávidos de conocer más en detalle nuevas culturas y por sobre todo, dispuestos a aprender el como y el porqué de su desarrollo.

África tiene todavía un camino ríspido por delante, debiendo sortear una pobreza importante y una inestabilidad política en algunos de sus países que puede enlentecer su proceso de crecimiento. Pero hizo uno ya muy largo, con mucha enjundia y sacrificio, logrando posicionar a varios de sus países en condiciones de empezar a jugar en una liga mayor.

La realidad muestra que todos miran el futuro con una concepción de privilegios, atribuciones y decisiones diferente a la actual.

Nadie sabe si mejor ó peor, pero si que será diferente y las generaciones futuras descubrirán muy probablemente que el ordenamiento de las economías muestre nombres en los primeros lugares impensados hoy y que el indiscutido dólar como moneda hegemónica tal vez no lo sea en el mañana ó deba compartir cartel con el euro, la libra, el yuan, la rupia, el yen y porque no el real ó cualquier otra moneda de algún país en actual desarrollo.

Hasta la próxima.