por Ariel Sternschein
martes, 13 de octubre de 2009
Medio siglo atrás, en 1959, la tasa de inflación aumentó un 113,7% en relación al año anterior, quebrando así, por primera vez en la historia económica de nuestro país, la barrera de los dos dígitos conocida hasta entonces. A partir de 1975, con la implementación del plan conocido popularmente como “Rodrigazo” y posteriormente, mediante la política económica del Gobierno Militar, el fenómeno se repetiría todos los años, hasta que en 1989/90, el incremento del costo de vida arrojaría cifras de cuatro dígitos, a raíz de los dos procesos hiperinflacionarios padecidos. Sólo en 1986, en el marco del Plan Austral, la variación anual del IPC regresó a dos dígitos (81,9%), sin embargo, se duplicaría al año siguiente. En el período comprendido entre 1948 y 1974, el índice promedio de inflación (estimado por el entonces denominado Índice de Costo de Vida) fue de aproximadamente un 28% anual, aunque experimentando fluctuaciones ostensibles. Hasta mediados de los años 40, el crecimiento del IPC no resultó significativo, no obstante a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la reconstrucción europea, se elevaron los precios internacionales, aunque tal circunstancia, que teóricamente puede incidir sobre los precios internos, no empujó la inflación argentina a más del 20% anual en aquella década. Cuando asume el Gobierno del Presidente Arturo Frondizi, el panorama económico era complejo, con atraso en el tipo de cambio, déficit comercial, caída de la inversión y escaso nivel de reservas. Una parte sustancial de los recursos se empleaba para la importación de petróleo y sus derivados. Durante el Gobierno de Aramburu, el país ingresó en el FMI y –curiosamente- se retomó el control de precios del Peronismo. El nuevo Gobierno encontró que se dificultaba el pago de los servicios de la deuda y que un control como el mencionado podía detener la tasa de inflación, pero al no atacarla en sus cimientos, solo conducía a que las dificultades se materializaran de otra manera, como por ejemplo desabastecimiento y aparición de mercados negros. Por otra parte, se registraba un deterioro constante en los términos de la relación de intercambio, originada en el bajo valor agregado de las exportaciones, frente a importaciones cuyo valor agregado iba en alza. Los desarrollistas consideraban que esa transferencia de valor era el germen de la inflación y debía ser enfrentada por medio de un plan de desarrollo, que finalmente sería anunciado el 29 de diciembre de 1958. Entre otras disposiciones, se resolvió suspender la intervención del Banco Central en el mercado de cambios que, con matices, regía desde los años 30. En 1959, el dólar pasó de valer 66 pesos moneda nacional en enero, a 90 en junio, para finalmente descender a 82 en diciembre. Se eliminaron subsidios y las tarifas de electricidad, transporte y petróleo subieron entre un 60 y un 200% (los partidarios del plan señalaban que no se trataba de un “ajuste” sino de un “sinceramiento”). Se otorgó un incremento salarial del 60%, aunque el porcentaje fue menor en realidad, porque absorbía aumentos concedidos en 1957. Los salarios quedaron detrás de los precios, lo que trajo aparejado pérdida de poder adquisitivo y numerosos planteos gremiales. La primera inflación superior al 100% habría sido un fenómeno multicausal, no siendo posible atribuirla solamente a un tema de costos, dado que respondió a la depreciación del peso moneda nacional, la política cambiaria, al corte de subsidios e incluso a las características del intercambio comercial con el exterior. En 1960/61, se logró reducir la inflación al 27,1 % y 13,7% respectivamente. Aumentó la inversión, se suscribieron los contratos petroleros, llegaron empresas automotrices y petroquímicas, en virtud de las leyes de inversiones extranjeras y promoción industrial (establecían que los capitales foráneos gozaban de los mismos derechos que los nacionales y no limitaban la repatriación de utilidades y dividendos). En 1961 –último año completo de la gestión de Frondizi-, la relación entre inversiones y PBI trepó al 24,5%. Las nuevas inversiones generaron aumentos tanto de la producción como de la productividad y se fijaron incrementos en las remuneraciones, elevando el salario real. En ese bienio, se creció con tasas que superaron el 7%. En agosto de 2007, la Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados de la Nación, en oportunidad de proponer la impresión de una moneda con la imagen de Arturo Frondizi, en conmemoración del centenario de su nacimiento, subrayó que la política económica por él impulsada fue simultáneamente transformadora y frágil. La misma gestión que registra importantes saltos estadísticos relativos y hasta absolutos en indicadores fundamentales (por ejemplo, crecimiento del 186% en la producción de petróleo crudo lográndose por primera vez el autoabastecimiento de tal insumo en la historia argentina, la fabricación de 137.000 automóviles en 1961 y construcción de 10.000 kms de rutas pavimentadas), es la que convivió con récord de medidas de acción sindical, manifestaciones de protesta y alzamientos militares.
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