por Carlos Risso
lunes, 24 de septiembre de 2007
A poco más de un mes de las elecciones presidenciales en La Argentina se descuenta casi unánimemente el triunfo de la senadora Cristina Fernández sucediendo en el cargo a su esposo Néstor Kirchner y lejos, según las encuestas un grupo de figuras relevantes de la política y de la economía, incluyendo exitosos ministros y gobernadores, que no lograron por diferentes motivos consolidar una fuerza única de oposición.
Y esto que significa una dispersión de la oposición en beneficio de la candidata kirchnerista, también marca una definición del espectro político, donde las alianzas electoralistas lograron casi siempre una primera aceptación de la gente, más que por el entusiasmo en determinados políticos ó programas de gobierno por la necesidad de un cambio de rumbo en ese momento, y luego sucumbieron estrepitosamente causando en algunos casos efectos lamentables que aún hoy padecemos.
Solos, son más creíbles aún en la derrota que en alianzas demagógicas y triunfalistas.
Si asumimos entonces un triunfo de Cristina para octubre analicemos el escenario con el que se va a encontrar.
Recoge una herencia mucho mejor que la que recibió su esposo y actual presidente. Es innegable que el panorama en el 2003 era muy diferente al del 2007, económico, político y socialmente hablando. La coyuntura que debió sortear Néstor Kirchner lejos está de este presente, con muchos inconvenientes es cierto, pero mucho más equilibrado que aquel.
Entonces, si el actual presidente goza de una imagen positiva siempre según las encuestas, del orden cercano al 70% uno piensa que debería modificar Cristina como futura presidente de un modelo exitoso?.
Ahora, sin menoscabar ni desmerecer los logros del Sr. Kirchner, que los tiene sin duda, La Argentina tuvo durante este período un aliado inconmensurable que fue el contexto mundial de una gran liquidez, ávido de inversiones en mercados emergentes, de exportaciones con precios en constante aumento, de tasas bajas, todo lo cual permitió un gran superávit fiscal que sumado a otras condicionantes no menos importantes hicieron vivir los últimos años con una cierta holgura económica y financiera al país.
Sin embargo, vivimos en un amenazante y peligroso control de muchas de las variables que hacen a la economía: precios y tarifas como principales protagonistas, buscando llegar a octubre con un posicionamiento sumamente “maquillado “ inmejorable en cuanto a índices de inflación, aunque todo no sea más que un riesgoso espejismo el cual la propia Cristina deberá enfrentar.
El 2007 no fue precisamente el mejor año de la gestión K, muchos escándalos salieron a luz y aunque pareciera que no afectaron la imagen presidencial, la gente se reencontró con hechos de corrupción, coimas y otros que salpicaron y mucho al gobierno y aunque diga lo contrario, Kirchner deja un país ciertamente riesgoso.
Tal vez su auto exclusión de la reelección presidencial haya sido, sin pensar en el continuismo familiar que algunos pueden interpretar con entradas y salidas cada cuatro años, una decisión acertada ante un ciclo presidencial que comenzaba a deteriorarse, a desgastarse y un liderazgo aún fuerte, pero cada vez más sostenido en el “poder del dinero” y en la imposición de criterios resultadistas que en el carisma natural ó en el valor de sus propuestas.
Estamos viendo que en las elecciones a gobernador de varias provincias hay una cierta tendencia de aire renovador, de cambio. Tierra del Fuego con el ARI, Santa Fé con el Socialismo son algunos ejemplos y en aquellas donde se impone la marca K hay todavía discusiones sobre la legitimidad del triunfo lo que provoca un quiebre muy profundo y peligroso en sociedades como las de Córdoba y Chaco.
A Cristina la espera un 2008 por lo menos complicado, entre otras cosas por:
a) Las tarifas públicas seguramente serán ajustadas, un punto sumamente importante y conflictivo que genera recelo de sólo pensarlo por como impacta fuertemente en la población.
b) La inflación manejada desde la presión en las góndolas hasta los escritorios e informes del Indec, deberá sincerarse en números mucho más elevados que los que hoy deciden mostrar. El casi 9% del que se habla en la órbita oficial y se da a conocer públicamente es menos de la mitad de lo que la realidad marca en los bolsillos de la gente y no se avizora que baje de los dos dígitos largos para el año próximo a pesar del optimismo del Ministro Miguel Peirano cuando elevó al Congreso el presupuesto 2008.
c) Los combustibles también presionados arbitrariamente a no subir, van a tener que ser corregidos y fuertemente lo cual llevará a aumentos en todos los servicios de transporte.
d) Los salarios serán tema de discusión y conflicto toda vez que las variables antes mencionadas comienzan a reactivarse y a salir de ese letargo que le impuso el gobierno durante el 2007 para no dañar la imagen presente y futura de la familia Kirchner. La presión gremial ostensible hoy, seguramente se incrementará en el próximo año.
Ella tiene a su favor no ser una improvisada de la política, pero no tiene experiencia de gestión y ahora tiene el mayor desafío con el cual pudo haber soñado alguna vez, nada menos que dirigir La Argentina, que nunca fue fácil y esta no es la excepción.
La Sociedad convive con un presidente que sólo hizo monólogos de su comunicación, y eso no le gusta. La confrontación desde un estrado, criticando a todo aquel que no conjugase su misma doctrina ó por haber pertenecido a los años 90 políticamente hablando, años en los cuales paradójicamente él fue gobernador de Santa Cruz, amparado en el más alto cargo que todo ciudadano puede aspirar, no es un buen ejemplo.
Si Cristina logra separarse de la sombra de su esposo y generar su propio espacio con un equipo creíble, dejando de lado a algunos nombres que hoy rodean al presidente y que causan escozor en la población, si consigue ó se impone a sí misma una comunicación más fluida con otras fuerzas políticas y con los medios de comunicación, si entiende que los que piensan distinto a ella no son enemigos, que no quieren su destrucción ni la del país, si fija su mirada más hacia delante que hacia atrás, si se puede desligar de ciertos sectores oportunistas que hoy la aplauden y mañana la pueden dañar, si Cristina tiene la humildad para reconocer errores no sólo de la década de los 90 sino de ésta, de la actual, de los años de su esposo presidente, y cambia posturas y mejora planes que no pueden perdurar eternamente en el tiempo, entonces es muy probable que a pesar de los muchos inconvenientes que se le presenten los problemas los pueda ir resolviendo favorablemente.
Si Cristina es simplemente un cambio de nombres, de sexo, de pollera por pantalón, de envoltorio, pero el contenido sigue siendo el mismo, tendremos que prepararnos para vivir años muy duros y más difíciles que lo que algunos piensan.
No depende de nadie, sólo de ella.
Hasta la próxima
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