Que no se repita el final

Carlos Risso

por Carlos Risso

viernes, 17 de agosto de 2007

Sabe que todo empieza igual?.

Sabe que primero no le damos importancia, después miramos desconfiados, más adelante nos preocupamos y al final tememos el peor desenlace?.

Ud. piense: cuando algo nos duele, primero tratamos de ignorarlo, si persiste ya no nos gusta y entramos a preguntar si alguien tuvo un dolor igual o parecido, si tomó algún medicamento, etc. y si no hay alivio entonces recién nos empezamos a preocupar y terminamos pensando que tenemos algo complicado, antes de ir al médico y saber el diagnóstico exacto del dolor que nos aqueja.

Haga memoria y verá cuantos sucesos cotidianos tienen un desarrollo similar, una relación de pareja cuando empieza a deteriorarse pasa por esos cuatro momentos antes de llegar a la definición sea ésta de ruptura o de continuidad; lo mismo sucede con una relación laboral jefe/empleado y muchas otras más cumplen con el inexorable recorrido de ignorancia, desconfianza, preocupación y temor.

Si cree que la economía está alejada de estos parámetros, se equivoca. Los cumple y peor, los repite cada tanto tiempo, con iguales o diferentes actores, en iguales o diferentes escenarios, esgrimiéndose iguales o diferentes argumentos, cometiéndose iguales o diferentes errores, pero los cumple... y vaya que los cumple.

Ayer: elija las crisis que más recuerde, le parece el efecto Tequila en 1995 o el colapso asiático de 1997 o la crisis del 2001?

Alguien recuerda exactamente como empezaron?, un rumor aislado al que ignoramos. Las noticias que comenzaron a ocupar mayores espacios en diarios, televisión e internet con las cuales empezamos a desconfiar, aunque economistas y politólogos minimizaran la situación haciéndola aparecer diferente a las crisis anteriores. Y cuando quisimos reaccionar y casi sin darnos cuenta la preocupación nos invadió, el peligro de un desastre financiero estuvo latente, las bolsas del mundo se cayeron, las monedas mundiales se depreciaron, los títulos públicos perdieron valor de una forma alarmante y el temor se apoderó de todos. La crisis ya estaba instalada y aquellos que vaticinaban una pasajera turbulencia ahora hablaban de haber sido los primeros en advertir de los peligros en los que el mundo y el país en especial estaban por padecer.

Momentos distintos, escenarios distintos, conflictos distintos, explicaciones similares, desarrollos similares y finales iguales: economías destrozadas, países con crisis a nivel nacional e internacional en grado superlativo, falta de crédito interno y externo, desconfianza generalizada, cadena de pago quebrada, empresas endeudadas, tasas altas, monedas golpeadas y devaluadas, etc.

Hoy: el rumor de la debacle de las hipotecas inmobiliarias en Estados Unidos comenzó a fines de julio de este año. Fue un comentario casi al pasar. La economía mundial tenía “una salud” a toda prueba, era imposible pensar en que una nube en un cielo transparente y límpido del boom inmobiliario americano podría amenazar un presente de liquidez mundial sin precedentes.

El problema estaba encapsulado nos decían, aunque la desconfianza comenzó a apoderarse de nosotros a medida que pasaban los días y las noticias no eran alentadoras y los índices financieros y las variables económicas mostraban signos de debilidad.

Ya estamos en la tercera etapa, la de la preocupación.

La caída de los pequeños prestamistas hipotecarios en Estados Unidos empezó a dar paso a los más grandes y nadie se salva de la catástrofe inmobiliaria parece ser la definición.

El problema es que no estaba encapsulado como parecía, porque los coletazos se sienten directamente en Europa, en Japón, en Canadá y en Australia, donde también habían grandes inversores disfrutando de los beneficios del boom inmobiliario y por efecto contagio o derivado en el resto del mundo.

América del Sur sufre la crisis, los inversores sacan su dinero de los países emergentes y los depositan en lugares y papeles más confiables o simplemente se quedan “líquidos” esperando que pase el temporal; sus economías aún con alto grado de crecimiento pueden empezar a sufrir turbulencias importantes, las bolsas de la región caen fuertemente, la tasa de interés sube, los papeles públicos sufren pérdidas ciertamente preocupantes y el dólar hace una escalada propia de la incertidumbre que se vive.

Y la Argentina en este contexto?

Sigue la línea de la región, aunque el dólar no se dispare por la intervención del BCRA, y la tasa de interés no se desborde por la intervención de otros bancos oficiales.

Todo parece estar bajo control, un férreo control, de la moneda, el dinero, la inflación, las tarifas, los precios, etc.

Al problema mundial cada país le agrega su propio condimento y este país tiene y muy buenos como para generar una turbulencia paralela a la ya existente. Si a la dificultad de hacer del control de todas las variables de la economía una política permanente, le sumamos el siempre y casi inevitable nerviosismo que lleva la proximidad de una elección presidencial por más que ésta por el momento no asome como reñida, estamos en presencia de un momento que nadie podía imaginar pocos días atrás.

Hoy también nosotros estamos en la etapa de preocupación, aunque no estemos todavía temerosos del como termina esta crisis porque no la iniciamos y porque todavía creemos que los grandes países que la iniciaron, países desarrollados ellos, logren rápidamente abortar una escalada mayor de la misma.

Pero cuidado, que toda crisis deja secuelas y en algunos casos grandes. De hecho, prestamistas hipotecarios, fondos de inversión y todos aquellos más o menos cercanos al sector inmobiliario americano ya no volverán a ser los mismos y la historia ya hablará del efecto Hipoteca de Agosto del 2007.

Lo que empezó con un rumor hoy es una realidad inocultable de una crisis que afecta y mucho, aunque debamos oír y afirmar categóricamente que esta crisis no puede jamás compararse con las anteriores, porque fueron momentos distintos, escenarios distintos, conflictos distintos, y … me parece estar escuchando las mismas explicaciones que oímos antes o me equivoco?.

La película parece la misma, pero ojalá tenga un final diferente. No nos merecemos otro golpe más.

Hasta la próxima.

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