MINISTRO SE BUSCA. IDONEOS ABSTENERSE

Staff ZonaBancos.com

por Staff ZonaBancos.com

jueves, 01 de abril de 2004

Nuestra decadencia se cobró otra joven victima: Axel Blumberg. El pueblo que legitimó a los mandatarios y procederes que facilitaron la tragedia, clama ahora con saña, contra sus ejecutores. La “colombianización” avanza. Pero no será en forma discreta ni lineal, porque el impacto mediático del hecho, se llevó puesta la enésima conducción a cargo de erradicar el crimen de Buenos Aires. Es paradójico que la jurisdicción que cuenta con “la mejor policía del mundo”, como dijera orgulloso el Dr. Duhalde, no solo deba asimilar tales traumatismos; sino que asista a una deserción política que ratifica la irresponsabilidad de nuestra dirigencia, en lo que al imperio de la Constitución se refiere.

Lo dicho quedó de manifiesto tiempo atrás, cuando acontecimientos similares, cuyas victimas ya hemos olvidado, provocaron la renuncia de otros ministros. El Dr. Cafiero, por ejemplo, sumo a su imagen de estoica incapacidad, el boicot de una fuerza policial anárquica y corrupta; que no obedece cuando es dirigida por alguien ajeno “al palo”. El Dr. Alvarez, en cambio, menos resistido por los miembros de dicha cofradía, cayó victima de la incompatibilidad de su superior partidario con el titular del ejecutivo nacional.

Por supuesto, el Presidente no puede tolerar que al inicio de su mandato, un problema de tal calibre sea encauzado sin que él, directa o indirectamente, se atribuya el mérito. Pasa que un éxito tamaño, pondría a cualquiera en situación de aspirar a dignidades que el primer mandatario, como todos sus antecesores, imagina como propias y perennes. De más esta decir, que tal posibilidad se agigantaría si la jurisdicción encauzada fuera la de mayor peso electoral del país.

Sin cejar en tal intento, el gobernador Sola puso al pie del cañón al Sr. Rovira, un ingeniero agrónomo de su más absoluta confianza. El mandatario provincial, que de joven integrara organizaciones que veían en el crimen un sustituto idóneo de la democracia, apostó fuerte a aquel hombre. Al momento de la asunción, no se escatimó un céntimo en propaganda. La misma prometía una gestión poco menos que revolucionaria, en cuanto a un inédito e integral apoyo mancomunado de otros poderes provinciales y nacionales. Hasta el ministro Beliz, cínico de similar calibre pero tan maleable como un moco, declaraba no ver mayores impedimentos para la concurrencia de tales esfuerzos.

Edité entonces “Seguridad. Lo que todos callan”, donde denuncié la causa última de esta desgracia: “...la autoimpuesta veda represiva y una política de seguridad más papista que el Papa, alteraron el equilibrio psicológico entre el orden y el crimen. Además, el amparo del poder a determinados delincuentes que le son funcionales (condenados que “salen de caño”, barra bravas útiles para “el apriete”, estafadores que “aportan la moneda”, etc.), alteró el temor relativo. El miedo al “que dirán” de la partidocracia, gestó otro movimiento pendular. De la impunidad de los uniformados, pasamos a la impunidad de los delincuentes”.

Pues bien, una gestión tan rimbombante como fugaz, fue pulverizada por un asesino, que seguramente bajo los efectos del alcohol o la droga, quitó la vida a su joven cautivo. Tal proceder, individualmente considerado, ratifica la fría lógica del crimen. Es que a la escasa probabilidad de que lo detengan, se suma la escasa probabilidad de que el proceso concluya antes que se relaje la presión social; hechos a los que debiéramos sumar la llamativa magnanimidad de nuestra justicia, así como la probabilidad de que noveles y aún más progresistas institutos legales, atenúen su paso por el ámbito penitenciario. Por otra parte, la decisión de “cargarse” al secuestrado obrará seguramente como un mérito, tanto en lo inmediato como cuando el procesal penal bonaerense obre el milagro de la libertad... ¡siempre que logren detener a alguien imputable, claro!.

A esto se sumó, como mencioné “una deserción política que ratifica la irresponsabilidad de nuestra dirigencia, en lo que al imperio de la Constitución se refiere”. Es que el gobernador no ha encontrado ni en las filas propias, ni en las del duhaldismo, ni en las del ejecutivo nacional, alguien que acepte ejercer el cargo. Ante tal orfandad, nombró interinamente a la Sra. Gianettasio, su vicegobernadora, y desde hoy, custodia de la integridad personal y patrimonial de sus desorientados electores.

Nadie quiere inmolarse. Hombres así son más escasos en Argentina que en Palestina... o Bolivia. Eso si, el cotidiano peregrinar del Gobernador Sola a la Capital Federal, da cuenta de que ha comprendido que si hay laureles, no podrá atribuírselos en exclusiva. Será con la unción presidencial, que se designe al sucesor de la docente interina; que esperemos, no caiga con la siguiente victima. Puede que ésta mujer pretenda socializar a ladronzuelos, proxenetas, violadores o asesinos. ¡Que loable!. Casi puedo escucharla dirigirse a esa indeseable lacra diciendo con candor y paciencia: “¡Niños, a clase!”.

Nuestra confusión social aborta cualquier solución. ¡Silencio! ¡Luces!... ¡estamos grabando!.