por Staff ZonaBancos.com
martes, 27 de enero de 2004
Hace una semana, el Bundesbank organizó un evento donde altas dignidades del mundo financiero, se dieron cita para tratar la economía internacional. Como no podía ser de otra manera, el Presidente de la FED acaparó la prensa; que al no comprender sus declaraciones, se limitó a transcribirlas.
La primera, destinada a los inversores y banqueros presentes, tuvo seguramente un objetivo balsámico. Es que inquirido sobre el riesgo de un colapso financiero global, provocado por una eventual sobrevaluación de activos, el “chairman” del billete verde respondió, con la vaguedad que lo caracteriza, que tal acontecimiento tenía para él un carácter básicamente “improbable”.
Note el inversor que lejos de negarla, el titular de la FED aceptó públicamente la sobrevaluación de los activos... ¡sin limitarla a los de naturaleza financiera!. Ahora bien, si uno de los hombres mejor informados del mundo corrobora tal afirmación, debiéramos indagar, que causa sustenta la valorización de marras.
¿Habrá sido un mayor ingreso?. Difícilmente, pues el crecimiento sufre una ralentización que lo pone inclusive, a la zaga del consumo. La evolución promedio del producto yankee en el lustro previo al “11-S”, fue positiva en más de un 4% anual; en tanto que a posteriori, no llegó a la mitad. ¿Se habrá disparado, acaso, la propensión a invertir?. Falso. La inversión en los citados períodos, evolucionó creciendo al 9% anual en el primero, y contrayéndose ligeramente en el segundo. Ahora bien, si el ingreso y la inversión no pueden justificar un aumento de la riqueza... ¿qué sostiene al activo?. Muy sencillo: el pasivo.
Es fundamental que analice esa conjetura; porque si los valores están inflándose a mayor velocidad que la riqueza real; esto implica, que la estructura del sistema bancario sufre un debilitamiento tan excesivo... ¡como su contraparte!. Sistémicamente hablando, las cotizaciones no representan un aumento de la riqueza, sino que reflejan una laxitud monetaria, pocas veces vista.
Bastaría tal inferencia para llamarnos a la prudencia, pero sucedió que a continuación, el pope monetario versó sobre el déficit de la cuenta corriente estadounidense. Y ese punto es central, porque equivale al desequilibrio agregado entre gasto e ingreso, que en el gran país del norte, conlleva un déficit de medio billón de dólares; o sea, 5% del mayor PBI planetario. La respuesta debió anonadar a cualquier lector medianamente ilustrado, no por lo cáustico, sino por lo contradictorio. Con una admonición casi bíblica, el anciano declaró que: “...si la política económica no hace algo, el mercado terminará ajustando las cuentas corrientes”. ¿En que quedamos, Don Alan?...
Una declaración tal sobre la cuenta corriente, no solo ratifica que la expansión toma el carácter de burbuja; sino que deja en claro, como no podía ser de otra manera, que la restauración del equilibrio no perturbará solo a la patria del declarante, sino al planeta todo. Concatenando las declaraciones, concluyo que:
1. Una sociedad que dejó de invertir, consume casi todo el capital que el mundo acumula.
2. Su erogaciones, inflaron el valor de los activos más allá de cualquier justificación real.
3. El tamaño de la transferencia, podría crear una incertidumbre tal, que colapsara el fondeo.
4. Los principales responsables de la economía global, nada hacen para atenuar ese riesgo.
5. No hay que calentarse, porque tal descalabro... ¡es “improbable”!.
Una vez que digiera la pantagruélica contradicción, le ruego, que si sabe de alguna medida capaz de encauzar un desequilibrio tamaño sin conmocionar los mercados; me la haga saber, porque yo personalmente, la ignoro.
Supongo que el absurdo lo habrá dejado estupefacto y deseoso de abandonar esta lectura. Respeto su deseo y concuerdo con el mismo, pero antes, desearía comentarle una cosita más. Es que a los postres de lo mencionado, un periodista preguntó al geronte sobre el devenir del dólar en el mercado internacional. ¿Y sabe que contestó este buen hombre?. Que ese tema... “corresponde al Secretario Snow”. ¡¡¡Oooleeeeeeeee!!!...
La política monetaria acompañará pasiva el descalabro fiscal. El mercado seguirá inflándose, merced a la dócil imprudencia humana. La probabilidad de que la aversión al riesgo colapse el esquema, constituirá un riesgo permanente. Y quienes debieran velar por la salud económica del orbe, seguirán ociosos.
Pero no se preocupe, porque según Greenspan... lo inconveniente es “improbable”.
¡Menos mal ¿no?!.
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