EL AGGIORNAMIENTO...

Staff ZonaBancos.com

por Staff ZonaBancos.com

viernes, 12 de diciembre de 2003

Años atrás, expuse que nuestro ciclo económico es tributario del balance de pagos y la salud del PEN.

El fluir de divisas, sin importar que venga por la cuenta corriente, la de capitales o ambas; produce un impacto económico-financiero que fortalece al poder político. Esto provoca en la “gente de mercado” el nunca bien ponderado “shock de confianza”, que al apreciar nuestros activos y sucedáneos monetarios, lleva en su seno una esencia estabilizadora.

Meses atrás, anticipé como los hechos externos e internos se conjugarían para gestar un auge financiero.

Sin más que destruir, la laboriosidad humana inicia un nuevo ciclo de acumulación, no gracias a nuestra clase dirigente... ¡sino a pesar de ella!. Coyunturalmente, el default ha provocado un excesivo acopio de liquidez, que en parte se ha exportado; y en parte, ha adquirido papeles e inmuebles locales, generando un estímulo que ya todo el mundo aprecia.

Siempre que la FED, nuestro organismo monetario rector, continúe con su temeraria laxitud; y las restricciones macroeconómicas no se presenten, es lógico suponer que el derrotero ascendente de nuestros papeles, reforzará el impacto que temporalmente estimula a nuestros agiotistas.

Al solo efecto aclaratorio, indico que las restricciones mencionadas son la laboral, la financiera, la fiscal y la externa. La primera será contenida gracias a la miseria, y eventualmente, con la eliminación de la doble indemnización. La segunda por el atesoramiento que nuestra prudente burguesía nacional acumulo durante el crac. La tercera porque la pauperización del salario y las pasividades, el impuesto inflacionario y otro inminente manotazo al ahorro previsional, aseguran junto a la mora fáctica, un precario equilibrio contable. La última, por el efecto de la política yankee sobre los commodities y la destrucción del mercado interno. Como ve, nada hay que temer... ¡por el momento, naturalmente!. Pero para colmo, han tenido lugar hechos de nula raigambre material, pero de notable impacto psicológico.

Luego de instalarse a la izquierda del arco político por motivos vocacionales, y con exhortaciones que nos ubicaban como congéneres de una hermandad gestada por la Sra. de Bonafini y sus ad-lateres; el Presidente ha realizado un brusco y perceptible movimiento que pareciera reconciliarlo con extremos, hasta fascistas, de la sociedad argentina.

En ocasión de un discurso, y con una sutil diferenciación entre propios y ajenos, el primer mandatario se pronunció, al mejor estilo de la “claque liberal”, contra el sector más contestatario del piqueterismo vernáculo; que casualmente... responde al matrimonio Duhalde. Pero no fue todo, pues el apronte tuvo una ratificación hasta exagerada, durante el encuentro con el Gdor. Marín. Allí, el Presidente no ahorro consideraciones a uno de los hombres que meses atrás, aconsejaba al Dr. Menem desertar del ballotage, para que su escarnio electoral no se mimetizara como un mayor apoyo popular al Dr. Kirchner, otrora delfín duhaldista. Finalmente, parece que algún sector del menemismo podría tener una purificación, que sin purgar su pecado original, lo haga digno de alguna consideración presidencial.

El acontecimiento, que marca una profunda maduración política del matrimonio Kirchner, fue anticipado en La espera 24: Gestión “K” (*), cuando dije: “Tanto la decisión del riojano, como la demonización de su gestión, inhiben hoy al PEN de cualquier articulación parlamentaria funcional a las actuales necesidades del poder. Esta es la más útil prestación que el progresismo brinda al duhaldismo: confinar a nuestro atolondrado Presidente, a una política sin opciones. ¿Será eterna?...”. Evidentemente no lo fue.

Instalado en el poder y luego de hacer las delicias dialécticas del progresismo criollo, el Presidente ha debido enfrentarse a una realidad impía: el caudillo bonaerense ha acumulado un poder parlamentario incompatible con el equilibrio político. Los Duhalde no pueden brindar colaboración, porque sus bien ganados títulos, les permiten aspirar a la tutela. Este y no otro, es el fenómeno que provoca la transversalidad. El hecho que impone una búsqueda extenuante de apoyo extrapartidario. La acción que busca escapar de una encerrona provocada por los aciertos del adversario, y los errores de una verborragia propia que terminó formando una prisión psicológica.

Pasa que “el pez por la boca muere”. Pero el Presidente ha pagado el costo de romper el cerco con valentía e inteligencia. Un incipiente romance puede tener lugar entre el tristanismo y la “gente de mercado”.

¡Ah!, el amor...

(*) www.laotraesquina.com.ar