Un banco estatal fuerte, entre las Lebac y el sector productivo

martes, 13 de junio de 2017

El Nación tiene un stock de $ 130.000 millones en Lebac. Planea recortes y usar la plata en créditos. Pero de ahí sale un tercio o más de sus ganancias.

Es un contrasentido, por decir lo menos, lo que ha pasado con un banco estatal fundado en 1891 para asistir, primariamente, al sector rural y más tarde apuntalar la agroindustria, las economías regionales y las pymes industriales. ¿Y qué ha pasado?: que de un tiempo a esta parte gana plata, plata segura y en cantidad, gracias a un jubileo financiero armado desde el propio Gobierno. En la comparación, esa es hoy su principal fuente de ingresos.

El banco es el de la Nación Argentina, el jubileo financiero nace de los intereses que otro banco estatal, el Central, paga por las Lebac y sus ganancias corren parejas al volumen de letras que lleva acumulado. Tiene en cartera 130.000 millones de pesos, según sus balances, que le reportan más de un tercio de las utilidades.

Pero allí mismo existe algo que va camino de cambiar. El directorio que preside un radical, Javier González Fraga, secundado por otro radical, Enrique Vaquié, ha resuelto empezar a desprenderse de las Lebac y así reforzar líneas de crédito productivas.

Todo se hará en su medida y armoniosamente, como decía no un radical sino un peronista. De arranque, el stock será bajado de 130.000 a 100.000 millones.

No parece mucho, solo que al mismo tiempo el BNA debe cuidar que un desprendimiento masivo de letras hiera la política monetaria del Central y provoque un cimbronazo en el sistema financiero. Y debe cuidar, también, su propio patrimonio.

Para que se entienda mejor el balanceo, las Lebac llegaron a rendir 30% anual y dan hoy 25,75%, siempre sin demandar demasiado trabajo administrativo. El Nación paga 16% por los plazos fijos y cobra entre 24 y 26,8% por prestarle a empresas privadas, lo cual implica una tarea muchísimo mayor.

El operativo ha sido avalado, si no impulsado, desde la Jefatura de Gabinete y como todo tiene que ver con todo, cuenta con el visto bueno del ministro de Finanzas, Luis Caputo. Al parecer, algo semejante se le habría pedido al Banco Provincia.

En los primeros lugares de la lista del Nación figuran las economías regionales, muchas sacudidas por la falta de competitividad de sus productos en el mercado internacional y, por lo mismo, urgidas de financiamiento para planes de reconversión impostergables.

Está visto que a unas y a otras les pega el retraso cambiario y la perspectiva de que ese lastre perdure durante algún tiempo. Claro que aquí las cuentas comienzan a cruzarse, dentro de un escenario si se quiere más amplio y más complejo.

Un lugar importante lo ocupa justamente el enorme, insostenible stock de Lebac del Central. Suma ya $ 895.000 millones, y como casi todo vence a corto plazo está forzado a seguir emitiendo y a ofrecer intereses atractivos sólo para cubrir los pagos: fueron poco menos de $ 500.000 millones la última vez.

Semejante cuadro explica que el Ministerio de Finanzas haya resuelto salir a colocar bonos del Tesoro Nacional en pesos que “competirán” con las Lebac y se agregarán a los que ya existen en dólares. Ostensible, el objetivo detrás de la movida consiste en aliviar la carga y el costo de la carga que enfrenta el BCRA.

Todo deuda al fin, en el mismo cuadro entran tanto el pago de las obligaciones en divisas como el financiamiento del cuantioso déficit fiscal. Y dado que una buena porción es ingreso de dólares, de ahí emerge otro problema bien conocido: una oferta abundante que presiona a la baja del tipo de cambio.

De eso hablan todavía las necesidades financieras de este año y empiezan a hablar las del que viene: ambas equivalen a alrededor de US$ 40.000 millones. Cuánto exista allí de pesos depende y dependerá del mix que arme el ministro Caputo.

En cualquier caso algo luce seguro: gran parte del paquete serán dólares contantes y sonantes que el Banco Central deberá convertir en pesos y, simultáneamente, esterilizarlos de modo de acomodar todo a su programa monetario antiinflación. Luego, las Lebac seguirán en el ruedo.

Y así será pensando en las aún más rigurosas metas que Federico Sturzenegger se ha impuesto para el año próximo: del 8 al 12%, aunque mejor sería decir alcanzar un promedio del 10%. O sea, bajar el índice de precios a la mitad.

Si ese fuera definitivamente el escenario asumido por la cúpula del Gobierno, la pregunta que viene es ¿cuánto deberán mover las tasas hasta coronar el objetivo o salvar tropiezos? Otra: ¿cuáles serán los salarios compatibles con el objetivo? Por ejemplo, ¿arrancando con 10% para los estatales?

Una primera aproximación a las definiciones oficiales surgirá a mediados de septiembre, antes de la elección, cuando el Poder Ejecutivo envíe al Congreso el proyecto de Presupuesto Nacional de 2018. En línea con el 10% de Sturzenegger, la pauta inflacionaria debiera ser 10% anual, igual que el crecimiento del gasto público u otras variables por el estilo. Y ya que estamos, ¿donde pondrán el dólar y los subsidios a la electricidad y al gas?

Sería una verdadera rareza, si fuese cierto, que la ley irá sin semejantes precisiones. Y si aparecen algunas potentes serán un anticipo del ajuste fiscal post-octubre.

Visto el conjunto, ni hace falta decir que las variantes financieras y productivas del Banco Nación son apenas entremeses.
 

Fuente: Clarín