El Banco Mundial busca tomar nuevo impulso

lunes, 20 de abril de 2015

Frente a una competencia en aumento de prestamistas alternativos privados e institucionales y asediada por disenso externo e interno, ¿qué le espera a una institución que durante tanto tiempo ha sido un pilar de la economía global?

En las aguas turbias del Congo, donde el río corre hacia los rápidos de Inga, se encuentra lo que algunos consideran el futuro de la electricidad de África y, muy posiblemente, del Banco Mundial también.

Jim Yong Kim, el presidente del Banco, por cierto cree eso. A pesar de las preocupaciones de Estados Unidos, el año pasado el directorio de Banco Mundial aprobó un proyecto de u$s 73 millones para ayudar a las autoridades de la República Democrática del Congo a llevar a cabo estudios ambientales y otros estudios de viabilidad y reflotar planes de hace décadas de lo que sería el complejo hidroeléctrico más grande del mundo.

La movida es un intento audaz de volver a entrar en el juego de los "mega proyectos" al que el Banco alguna vez debió su fama y dar nuevo impulso a un proyecto que lleva tiempo cajoneado. Si se completase en un solo día, el complejo Grand Inga sería uno de los proyectos más grandes del Banco de todos los tiempos, con un costo mínimo de u$s 50.000 millones; el complejo constaría de ocho presas y generaría 40.000MW de potencia o la mitad de la que África produce actualmente y dos veces la potencia de la Presa de las Tres Gargantas de China.

Además, afirma Kim, representaría un signo del poder único del Banco Mundial de hacer viables proyectos de infraestructura grandes y fundamentales para inversores y hacerlo en entornos complicados tales como la República Democrática del Congo. La primera etapa consiste en la entrega de una sola nueva presa con un costo aproximado de u$s 12.000 millones; parte de este monto sería financiado por el Banco.

"Este es un ejemplo típico de un proyecto que no sería posible sin la participación de grupos como el nuestro", sostuvo Kim en la víspera de las reuniones de esta semana entre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. "Es un proyecto que realmente quiero que comience." Dicha intención ahora tiene más importancia que nunca.

Fundado hace 70 junto con el FMI en los últimos días de la segunda guerra mundial, el Banco Mundial actualmente está compuesto por 188 miembros y sigue siendo una fuerza central del desarrollo global. Repartió más de u$s 65.000 millones en préstamos, subvenciones y otros compromisos el año pasado a países en desarrollo, con más de 12.000 empleados y casi 5000 consultores en 131 países dedicados a temas desde educación, cambio climático y políticas de salud hasta puentes y presas.

La nueva realidad

Pero la historia y el poder cambiante en la economía global están recuperando terreno. Durante décadas, el Banco se ganó las críticas de activistas contra la globalización y grupos ambientalistas, muchos de los cuales lo han considerado un instrumento del poder de Estados Unidos, pero su dilema actual es más profundo. Con China y otras economías emergentes propulsando nuevas alternativas a instituciones multilaterales existentes, parece no quedar duda de que el modo en que se rige la economía global está atravesando el cambio más importante desde que el Banco Mundial y el FMI se fundaron en Bretton Woods.

A pesar de que Estados Unidos puso sus propios obstáculos diplomáticos infructuosos al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) apoyado por Beijing, lo cierto es que las mismas instituciones que Washington intenta defender ya están tratando de adaptarse a la nueva realidad.

Mientras Estados Unidos presionó a aliados para no adherir al BAII, tanto Kim como Christine Lagarde, directora gerente del FMI, aceptaron públicamente la nueva institución.

Quizás no tengan alternativa. Lagarde ahora habla de la necesidad de un "nuevo multilateralismo" que incluya nuevos jugadores como el BAII a fin de fomentar el rezagado crecimiento mundial. Hasta se puso áspera, instando al Congreso de Estados Unidos controlado por los republicanos a ratificar reformas de 2010 que otorgaron a China y otras economías emergentes una mayor representación en el FMI, donde Estados Unidos tiene derecho de veto.

La semana pasada Kim se comprometió a hacer todo lo que esté a su alcance para encontrar formas "innovadoras" de trabajar con el BAII, y agregó que como la búsqueda de sucesores de los objetivos de desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas continúa, "hay mucho trabajo por hacer".

Niega que su postura lo enfrente a la Casa Blanca que lo designó en 2012. De hecho, funcionarios de Estados Unidos dijeron que les gustaría ver que el BAII trabaje con las instituciones multilaterales existentes una vez que comience a otorgar financiación y se ahorraron las quejas de aliados que se suman a declaraciones extraoficiales.

Sin embargo, el presidente del Banco Mundial también tiene claro que su visión de un futuro de cooperación es más matizada que la de otros funcionarios del gobierno de Estados Unidos. "No creo que Jack Lew [el Secretario del Tesoro de Estados Unidos] y yo estemos diciendo cosas diferentes sobre el BAII", sostiene Kim. "Solo que yo tengo un conocimiento mucho más detallado de cómo va a funcionar, en qué consistirá nuestra colaboración, porque me dedico a esto todos los días".

No todo es dinero

Su visión de la supervivencia del Banco Mundial se basa mayormente en un futuro "híbrido" construido en torno a préstamos que llegan con un vasto acervo de conocimientos.

El ex-inmunólogo señala que en los últimos años el endeudamiento de China e India con el Banco Mundial aumentó no solo porque precisan el dinero, sino porque, sostiene, quieren su experiencia.

"El orden internacional no se rompe; no existe tal cosa", Li Keqiang, el primer ministro de China, reveló al Financial Times en una entrevista reciente. "Obtuvimos mucha experiencia trabajando con el Banco Mundial y otras instituciones? China se vio beneficiada con el actual sistema internacional". Kim reconoce que para transmitir mejor esa experiencia, el Banco tiene que ser más ágil, especialmente dado que enfrenta una competencia en aumento e "inevitable".

"No se trata únicamente del AIIB, sino de los mercados de bonos. Ahora las personas pueden acudir directamente a los mercados de bonos y obtener financiación... ¿Por qué tratamos de acortar el camino desde la concepción hasta la ejecución? Por la competencia que nos espera afuera. ¿Por qué tratamos de mejorar la circulación del conocimiento? Porque los países tienen opciones. Eso es un hecho".

"Fuimos las personas más importantes del bloque [y], por lejos, el prestamista más importante para estos países pobres", sostiene. "Estos no tenían otras fuentes y nosotros podíamos básicamente hacernos cargo. [Pero] como todo el mundo ha señalado, ya no estamos en esa posición".

Pocos dudan de que el banco esté necesitado de un cambio. David Dollar, ex funcionario del Tesoro estadounidense que trabajó 20 años en el banco, sostiene que durante mucho tiempo tuvo una burocracia interminable que en ocasiones hizo que algunos países prestatarios se alejen.

Dollar cita a un funcionario indio que una vez le dijo: "Dollar, la combinación de nuestra burocracia y la de ustedes es mortal."

Aun así, Dollar -que alguna vez dirigió las operaciones del banco en China- teme que las reformas de Kim acaben centralizando las operaciones y la experiencia del banco y lo vuelvan demasiado centrado en soluciones tecnocráticas en lugar de poner expertos en el terreno. "No es así como funciona el desarrollo en la práctica", dice.

Algunos observadores de los bancos también se cuestionan si Kim, que fue considerado un progresista cuando llegó y ha sido elocuente en temas como la desigualdad, está regresando la institución a lo que ellos consideran sus "malos viejos hábitos". Los grupos de presión siguen siendo críticos de sus políticas de reasentamiento y sus actualizaciones lentas a las salvaguardias ambientales. También les preocupa que la competencia de sus pares del BAII lo esté impulsando a regresar a su viejo modelo de respaldo de grandes proyectos de infraestructura y crecimiento.

Nicolas Mombrial, que sigue de cerca al Banco Mundial desde la organización de ayuda Oxfam, afirma que cada vez hay más "destellos del antiguo Banco Mundial". Y añade: "Creo que van por el camino equivocado y que si toman esa dirección pueden llegar a chocar."

Los esfuerzos de transformación de Kim no siempre fueron bien recibidos por el personal del banco. La reorganización del banco, que lleva ya dos años, en "prácticas" globales diseñadas para organizar mejor su experiencia ha sido polémica y provocó una clara revolución del personal el año pasado.

Ningún aspecto de ese descontento interno se vio reflejado en las reuniones de primavera de esta semana, pero algunas de sus ideas y métodos siguen aburriendo a los conocedores del banco. El presidente es un predicador de oficinas abiertas y ha transformado su escritorio de una suite de oficina tradicional en un imponente salón de doble altura en la sede del banco, en Washington. Pero la mayor parte del personal del Banco Mundial, incluyendo altos ejecutivos, sigue trabajando fuera de las oficinas laberínticas, que durante mucho tiempo fue la regla general, y dicen que así lo prefieren.

Disenso creciente

Al mismo tiempo, algunos funcionarios de alto rango se quejan de que en su esfuerzo por crear prácticas globales llenas de expertos, Kim ha espantado a algunos talentos de clase mundial. También están aquellos, tales como Scott Morris, ex funcionario del Tesoro estadounidense que supervisó las relaciones de Washington con el Banco en el primer gobierno de Obama, que sostienen que la reorganización ha enmascarado la necesidad de un cambio más radical.

Mucho antes de que el AIIB fuera concebido, sostiene, el Banco estaba perdiendo participación de mercado en el mundo de las finanzas para el desarrollo frente a competidores regionales, como los bancos de desarrollo de Asia y África. Tras una ronda de aumentos de capital en 2010, Morris y un colega del Centro para el Desarrollo Mundial escribieron en un artículo el mes pasado que la participación del Banco Mundial del capital en manos de los bancos multilaterales de desarrollo cayó del 50% al 39%.

A su vez, el sector privado desempeña un papel cada vez más importante. La inversión extranjera directa en los mercados emergentes ha aumentado con rapidez. En 2014 la OCDE, con sede en París, descubrió que la inversión extranjera directa de los países miembros, en gran medida ricos, en las economías en desarrollo equivalía a 1,7 veces el flujo de asistencia oficial para el desarrollo, incluida la del Banco Mundial. Esta nueva dinámica, afirma Morris, implica que el Banco debería apartarse de su función tradicional de prestamista y centrarse más en desplegar sus conocimientos, o como un centro de debate sobre temas de importancia, como el cambio climático.

"[El Banco Mundial] pierde preponderancia si se aferra a ese modelo básico y no va en otra dirección", dice.

Kim discute esa postura. Sostiene que la ventaja competitiva de la entidad proviene del vínculo único entre su función de prestamista y sus conocimientos. Pero no todos sus accionistas están de acuerdo con los imperativos de la financiación.

La decisión de la junta del año pasado de apoyar el financiamiento de u$s 73 millones para ayudar a revivir el proyecto Grand Inga en la República Democrática del Congo llegó con una abstención importante: la de Estados Unidos, lo que planteó dudas sobre los elementos clave del esquema.

"A pesar de las posibilidades del proyecto, hay importantes riesgos de gobernabilidad y ambientales que deben administrarse de manera eficaz para que un proyecto tan grande y complejo pueda tener éxito", declaró el Tesoro de Estados Unidos al explicar su voto.

Si el proyecto congoleño llegará a buen término sigue siendo una incógnita. Según algunas versiones, la idea de construir una represa en los rápidos de Inga empezó a gestarse por primera vez hace casi un siglo. En 1970 y 1980 se construyeron dos presas que ahora, sin embargo, están en mal estado y funcionan muy por debajo de su capacidad.

Si el Banco Mundial quiere evitar un destino similar y sobrevivir a la avalancha de nuevos competidores, tendrá que desear un futuro mejor que aquel. 

Fuente: El Cronista