cepo cambiario

El Central ya sacrificó u$s 1.100 millones para reducir la brecha al 60%

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El plan que confió y dictó el nuevo equipo económico al Banco Central, de reorientar la política monetaria para reducir la brecha cambiaria, empieza a costarle caro a Juan Carlos Fábrega en su primera semana al frente del organismo.

 La nueva "meta" ya lo obligó a consumir u$s 1.100 millones de reservas que tenía en stock antes de desembarcar en la entidad; y otros tantos en bonos que mantenía en su cartera y que, a lo largo de esta semana debió "malvender" a precios más bajos para actuar sobre el contado con liquidación (un mecanismo efectivo para aplacar la cotización del dólar "blue").

Semejante despliegue le alcanzó hasta ahora para achicar en sólo cinco puntos porcentuales (23 centavos) la diferencia que existía hasta el lunes pasado, entre la cotización del dólar paralelo y el oficial; es decir, una caída de u$s 50 millones de reservas por cada centavo de brecha que recortó. 

Con esta fuerte venta de divisas, el BCRA pretende abastecer a los grandes jugadores en un momento en el que su acción se volvió ya peligrosamente predecible, y en el que no aparece, todavía, algún flujo de dólares en el horizonte que alcance a calmar los ánimos de la City.

Dejar su estrategia al descubierto, un pecado que en general los banqueros centrales recomiendan evitar, es para algunos ejecutivos del sector el mayor de los perjuicios que pesa ahora sobre el trabajo de Fábrega: "No sé de quién habrá sido la idea de hacer trascender el objetivo de achicar la brecha... pero es lógico que frente a esto los agentes económicos descuenten ya una devaluación oficial fuerte y el Banco Central se torne demasiado previsible", reconocieron ayer en un despacho oficial. Fábrega ya movió el dólar oficial unos 10 centavos desde su debut en la entidad, el martes pasado: de los $ 6 a los $ 6,105. En el mismo tiempo, el "blue" se redujo de $ 9,84 a $ 9,81; y su brecha con el oficial, del 65,7% al 60,7%.

La nueva "meta monetaria" del Central se hace más difícil si se considera que, al menos hasta ahora, el mercado no termina de despejar una de las grandes incógnitas que lo amedrentaban en los días previos a la salida de Marcó del Pont: cuál será el flujo que le permitirá al Gobierno incrementar la oferta de dólares en una economía local que tiene una de sus mayores falencias en la política cambiaria y dar señales para interrumpir, de ese modo, una dinámica peligrosa que hasta hoy no se interrumpe en las reservas.

El swap de monedas con el Banco Central de China, una de las grandes apuestas del equipo económico, no sólo estaría atado a inversiones de infraestructura que atenuarían parcialmente el impacto que esperan algunos sobre las reservas, sino que recién podría materializarse, en el mejor de los casos, bien entrado 2014. "Nunca hubo una expectativa de que el acuerdo fuera inminente. Los chinos son difíciles para negociar", se sinceró ayer una fuente oficial.

El plan será, entonces, aprovechar el perfil despejado de vencimientos que tiene la Argentina para retomar la senda del endeudamiento o de la renegociación. Para volver a hacerlo en buenas condiciones, el Gobierno planea resolver los litigios en el CIADI, responder al reclamo de los holdouts, el Club de París y Repsol, y avanzar en el acuerdo con el FMI. Un giro drástico que, así y todo, podría no llegar a tiempo. En la calificadora de riesgo Moody's plantearon ayer a este diario, en estos términos, la preocupación: "Hasta hace poco decíamos que el problema de la calificación crediticia de la Argentina era institucional, y no de números; ahora, si bien vemos que empieza a mejorar institucionalmente, la dificultad empieza a ser más de números: si la caída de reservas no se frena, el perfil de deuda claramente quedará lejos de mejorar y se complicará, comentó el director soberano de la agencia, Gabriel Torres. Una cuenta regresiva que, al menos por ahora, pone límites a los planes de largo plazo que tiene previstos el Gobierno.

Fuente: Ambito