política monetaria

Dudas por el verdadero monto de las reservas

lunes, 04 de junio de 2012

Aunque el Banco Central es el casi único comprador de divisas, las reservas no crecen. Hay pagos por la deuda y sigue la fuga de dólares. Además, se estancaría el ingreso de moneda extranjera.

Aunque es el único comprador de moneda extranjera, las reservas del Banco Central se mantienen desde hace varias semanas en torno de los US$47.000 millones. Esto incluye los préstamos que tomó el BCRA el año pasado para engrosar los números y los encajes que guardan los bancos por los depósitos en moneda extranjera de sus clientes. En total suman casi US$10.000 millones. Si se resta esta cifra, las reservas internacionales propias rondan los US$37.000 millones.

Los US$47.000 millones de reservas brutas no cubren la base monetaria. Y representan menos de la mitad del pasivo total del BCRA. Tan sólo un año atrás, las reservas sumaban US$52.000 millones y excedían en unos US$10.000 millones la base monetaria, en tanto equivalían al 56% de los pasivos. Dos años atrás, en mayo de 2010, excedían en US$16.000 millones la base monetaria y representaban el 64% de los pasivos.

“Mientras en 2007 las reservas representaban el 17,1% del producto bruto interno (PBI) argentino, actualmente son el 10,5%”, según la consultora ACM. La consultora Finsoport tiene el mismo cálculo señalando que se trata de un nivel bajo en relación con la mayoría de los países latinoamericanos.

Y aclara que esas reservas incluyen los encajes por los depósitos en moneda extranjera que no tienen ninguna limitación para su recupero en el actual marco de restricciones cambiarias. “Esta masa de depósitos, que no está interferida, al menos hasta ahora, por ninguna restricción gubernamental, representa nada menos que el 24% de las reservas”, dice el informe, que agrega que por los controles generales, hubo un drenaje de depósitos en torno de los US$100 millones diarios.

Patrimonio complicado La mitad de los activos del BCRA –que suman unos US$50.000 millones– son “papeles” (letras, títulos o adelantos transitorios) del Tesoro prestados para pagar la deuda o para cubrir los déficits fiscales. El Gobierno no sólo no puede devolver ni un peso de esos préstamos sino necesita, por el creciente déficit fiscal, que el BCRA siga teniendo la “canilla abierta”.

Este deterioro de la situación patrimonial del BCRA se dio en un contexto de crecimiento, con ingreso de dólares por los excedentes del comercio exterior. Desde fines del año pasado la situación cambió por el contexto internacional y los mayores desequilibrios internos, como el alza de la inflación, con su impacto en la paridad cambiaria y el incremento del déficit fiscal. Y esa mayor debilidad –cuando vencen este año más de US$13.000 millones de la deuda, por intereses y capital– explica las medidas adoptadas de restricciones a las importaciones, de prohibición de girar utilidades y dividendos al exterior y a la compra de divisas por parte de empresas y particulares, que se fueron haciendo más y más rigurosas.

No obstante, a través de la operatoria de bonos –la compra con pesos de bonos dolarizados para su venta en el exterior–, el desarrollo del mercado paralelo y el retiro de los depósitos en moneda extranjera, la fuga de divisas continúa. Por esas razones, aunque el BCRA es el único comprador de divisas, las reservas no aumentan y permanecen estancadas.

Por su parte, como resultado de las restricciones, la menor cosecha y el deterioro de la situación internacional, las exportaciones están decreciendo. Y se trabaron las colocaciones de deuda en los mercados internacionales por parte de varias provincias que atraviesan fuertes déficits fiscales. En otras palabras, no hay en el horizonte ingresos adicionales de divisas.

Por todo esto, el “poder de fuego” del BCRA es bajo, lo que lleva a descartar cualquier intento del Gobierno de aflojar las restricciones para “calmar el mercado” y achicar la brecha con el mercado paralelo. Incluso los controles podrían acentuarse si continúa el goteo de los depósitos en dólares. Como dijo el senador Aníbal Fernández, “liberar el mercado de cambios sería suicida”. Eso no significa que lo contrario no lleve a idénticos resultados. 

Fuente: iEco Clarin