En 45 minutos, el banco Macro dio luz verde al director enviado por el Estado

miércoles, 27 de abril de 2011

Se trata de Roberto Feletti, ex viceministro de Economía. La asamblea de la entidad crediticia no puso objeciones al pedido oficial.

 En apenas 45 minutos, sin una sola voz discordante y dejando la sensación de que todo estaba "cocinado" antes de empezar, la esperada asamblea de accionistas del Banco Macro se desarrolló ayer al mediodía en total calma. No hubo discusiones ni pedidos de impugnaciones.

No fue otra "Siderar". Todo fluyó tranquilamente en el pequeño y prolijo auditorio del octavo piso del edificio central del Macro, en la esquina de Sarmiento y Reconquista.

Poco más de 40 personas estaban presentes a las 11.45, cuando arrancó formalmente la asamblea, luego de esperar unos minutos a un misterioso accionista que había inscripto sus 1.400 acciones pero finalmente pegó el faltazo.

Vale aclarar que el cronista que escribe esta nota obtuvo su derecho a asistir a la asamblea porque previamente había comprado 100 acciones del Macro (el viernes 15 de abril, a 16,75 pesos cada una).En ese octavo piso estaban representadas cerca de 595 millones de acciones, que al precio de ayer equivalían a unos 9.600 millones de pesos.

La reunión parecía un encuentro familiar. De los accionistas presentes, al menos cuatro portaban el apellido Brito: Jorge Pablo Brito Devoto - primo de Jorge Brito -, y los hijos del presidente, Marcos, Constanza y Juan Pablo, todos directores del banco.

Es inevitable imaginar que papá Jorge (ayer ausente con aviso) un día les prometió a sus vástagos, en una esquina de la city: "algún día, hijos, todo esto será de ustedes". Todo no, pero una parte, sí. Hoy el Macro es uno de los bancos más importantes del sistema financiero argentino.

La asamblea la condujo el vice del Macro, Jorge Carballo, quien junto con los Brito detenta el 40% de las acciones y conforma el llamado "grupo de control". A la derecha de Carballo estaba Jorge Pablo Brito. A su izquierda, otro director, Luis Carlos Cerolini.

La discusión de los puntos 1 a 7 de la orden del día se resolvió en un suspiro. Se leía el punto en cuestión y se chequeaba luego la opinión del representante de la familia Brito, de la abogada de la Anses - María José Van Morlegan - y del representante del Bank of New York, voz y voto de los accionistas extranjeros.

Ninguno se preocupaba por utilizar el micrófono. Parecía una reunión de consorcio. Los que podrían llamarse los accionistas mínimos, como este cronista, ni contaban a la hora de la consulta.

Una abogada del área legales del banco asentaba el resultado de cada votación en su laptop.

En ninguno de los puntos en discusión, la Anses pretendió impugnar la decisión del directorio: ni siquiera el punto 4, referido al reparto de dividendos y destino de los resultados no asignados. El Macro había propuesto repartir 505 millones de pesos y dejar en "caja" otros 1.800 millones de pesos. De hecho los dividendos a repartir corresponden a las utilidades obtenidas en el ejercicio 2009.

Llegado el crucial punto 8 (elección de tres directores), y sabiendo que perderían la votación, ni los Brito ni Carballo optaron por hacer uso del llamado "voto acumulativo".

Al arrancar ese punto, Carballo recordó que la Anses votaría acumulativamente en virtud del DNU 441 que firmó la presidenta Cristina Kirchner el 12 de abril. El vice del Macro invitó, a quien quisiera, a imitar si lo deseaban a la Anses.

Carballo también invitó a quien lo deseara, a iniciar acciones judiciales contra ese recurso. Nadie hizo ni una cosa ni la otra. Los accionistas privados le dejaron así el terreno libre a los representantes del Gobierno, que gracias a esa prerrogativa de la ley de sociedades que beneficia al accionista minoritario, (le triplica el poder de voto) votó para que se aprobara la designación de Roberto Feletti como nuevo director del Macro.

Carballo preguntó si había interés en proponer algún otro nombre. Incluso invitó amablemente a opinar a este cronista-accionista, quien agradeció el gesto pero declinó tomar la palabra. La imposición del Feletti no despertó ni un murmullo, ni a favor ni en contra. Pareció que todos los que realmente importaban en la asamblea, estaban avisados.

Fuente: Los Andes Online