Política monetaria

La FED tiene razón al querer inundar al mundo con dólares

lunes, 15 de noviembre de 2010

No es cierto que la política de “relajamiento cuantitativo” que implementa Estados Unidos lleve a la inflación y deprede el comercio mundial. Al contrario, puede ayudar aunque no sea eficiente si no se complementa con otras medidas

El cielo se está cayendo, gritan los histéricos: la Reserva Federal está vertiendo dólares en cantidades tales que pronto no tendrán valor. Nada podría estar más lejos de la realidad. Como en Japón, la política conocida como “relajamiento cuantitativo” tiene muchas más probabilidades de ser inefectiva que letal. Es una manguera monetaria, no la inundación de Noé.

¿Qué está haciendo la Fed? ¿Por qué lo está haciendo? ¿Por qué son exageradas las críticas? ¿Qué debería estar haciendo la Fed?

La respuesta a la primera pregunta es clara. Como declaró la Fed el 3 de noviembre, “promover un ritmo más fuerte de recuperación económica y ayudar a asegurar que la inflación, con el tiempo, está en niveles consistentes con su mandato, el comité (federal de mercados abiertos) decidió hoy expandir sus tenencias de valores. El comité mantendrá su política existente de reinvertir los pagos de capital de su cartera de valores. Además, el comité pretende comprar otros u$s 600.000 millones de Treasuries de largo plazo para fines del segundo trimestre de 2011, un ritmo de unos u$s 75.000 millones mensuales.

Ben Bernanke, presidente de la Fed, delineó los argumentos en un discurso el mes pasado. Advirtió que el desempleo de Estados Unidos está por encima de cualquier estimación razonable de equilibrio. Más aún, el crecimiento económico esperado hace improbable que esto cambie durante el curso de 2011. Esto ya es malo, pero lo que lo hace peor es que la inflación subyacente ha caído a cerca de 1%, pese a la expansión del balance de la Fed. Las expectativas de inflación están bien ancladas, agregó, pero eso podría cambiar si la deflación ataca. Dada la capacidad ociosa, eso puede no estar lejos.

La Fed, agregó el presidente, tiene un mandato dual: fomentar el máximo empleo y la estabilidad de precios. Hacer nada sería incompatible con esta obligación. La única pregunta es qué hay que hacer. La respuesta son las compras propuestas de bonos del Tesoro. Esto simplemente extiende las operaciones clásicas de mercado abierto arriba en la curva de rendimiento. También expandiría el balance de la Fed en casi un cuarto, o casi 4% del producto interno bruto. ¿De verdad va EE.UU. en el camino de la República de Weimar? En una palabra, no.

No es una sorpresa que Wolfgang Schäuble, ministro de hacienda de Alemania, piense de otro modo. Él describe al modelo de crecimiento de Estados Unidos como “en una profunda crisis”, añadiendo que “no es correcto cuando los estadounidenses acusan a China de manipular las tasas de cambio y luego hacen bajar el precio del dólar abriendo las compuertas”. Es probable que él crea que, en un mundo apropiado, EE.UU. se vería obligado a seguir la ruta deflacionaria impuesta sobre Grecia e Irlanda. Esto no va a pasar. Ni debería.

Resumidas, las críticas a la Fed son dos: sus políticas llevan a hiperinflación y son predatorias, aunque no intencionales.

La primera de estas críticas no sólo es errada, también descabellada. La esencia del sistema monetario contemporáneo es la creación de dinero, de la nada, por las colocaciones con frecuencia imprudentes de los bancos privados. ¿Porqué es correcta y apropiada tal privatización de una función pública, mientras que las acciones del banco central, para satisfacer una necesidad pública apremiante, un camino a la catástrofe? Cuando los bancos no prestan y el dinero amplio apenas crece, es exactamente lo que debería estar haciendo.

Los histéricos agregan que es imposible achicar el balance de la Fed con suficiente rapidez para evitar una expansión monetaria excesiva. Eso tampoco tiene sentido. Si la economía despegara, nada sería más sencillo. De hecho, la Fed explicó exactamente lo que haría en su informe monetario al congreso en julio pasado. Si ocurre lo peor, simplemente elevaría los requerimientos de reservas. Como muchos de sus críticos creen en reservas bancarias de 100%, ¿por qué objetarían un movimiento en esa dirección?

Ahora veamos el argumento de que la Fed está debilitando deliberadamente al dólar. Cualquier persona moderadamente consciente sabe que el mandato de la Fed no incluye el valor externo del dólar. Esos gobiernos que han acumulado u$s 6,8 billones en reservas extranjeras desde enero de 2000, muchas de ellas en dólares, son adultos con consentimiento. No sólo nadie le pidió a China, el ejemplo más visible, que sumara la enorme suma de u$s 2,4 billones a sus reservas, sino que muchos le pidieron que no lo hiciera.

También es falso simplemente argumentar que el debilitamiento del dólar se explica sólo por las políticas de la Fed. De hecho, cualquiera con medio cerebro debería darse cuenta de que Estados Unidos ya no puede combinar un gran déficit comercial con una posición fiscal manejable. Aquellos que quieren que los bonos estadounidenses sigan sólidos deberían celebrar cualquier cosa que ayude a EE.UU. a expandir la demanda doméstica y rebalancear su posición externa. Las actuales políticas monetarias estadounidenses son, contrario a las opiniones de Schäuble, simplemente el yang al yin del mercantilismo del este de Asia.

Más fundamentalmente, son las fuerzas del mercado, y no la política monetaria, los que impulsan el rebalanceo global, a medida que el sector privado intenta poner su dinero donde ve las oportunidades. Las políticas monetarias de la Fed sólo añaden otro aspecto. En vez de los quejidos inútiles, lo que se necesitaba era la apreciación coordinada de las monedas de las economías emergentes. Aquí la falla no es de EE.UU. Simpatizo mucho con Brasil o Sudáfrica, pero no con China.

El cielo no se está cayendo. Pero esto no significa que las políticas de la Fed sean las mejores posibles. Es probable que cualquier impacto en los rendimientos de los bonos de mediano plazo tengan un efecto económico modesto. Sería mucho mejor si la Fed pudiera hacer subir las expectativas de inflación, ofreciendo un compromiso de compensar un período prolongado de inflación bajo el objetivo con otro de inflación sobre el objetivo. La decisión de monetizar el gasto adicional del gobierno podría ser una herramienta aún más efectiva. Igual de necesario es el plan de acelerar la reestructuración del rezado de la deuda excesiva. Pero, en ausencia de cooperación con el Congreso recién elegido, lo que la Fed está haciendo es, lamentablemente, casi el máximo que podemos esperar, aunque debería haberse atrevido a hacer más. Mientras, las personas “sólidas” llorarán que el cielo se está cayendo sólo para sorprenderse de que no sea así. Hemos visto esta película antes en Japón en los ’90. En cambio, Japón cayó en la deflación crónica.

Sí, puede ser razonable pedir una reconsideración del sistema monetario global, como pidió Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial. ¿Pero hay alguien que espere que los políticos digan que si bien lamentan esta caída, primero deben aplacar el mercado de commodities más especulativo del mundo? Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco. 

Fuente: El Cronista