Política monetaria

La Gran Reflación y los efectos colaterales de la política de la Fed

martes, 02 de noviembre de 2010

En el mes de agosto mencionamos en esta columna la posibilidad que la Reserva Federal vuelva a implementar medidas cuantitativas, es decir la compra de Bonos del Tesoro por parte de la Fed, en un intento de estimular la economía, la cual viene creciendo muy por debajo de su potencial, y evitar caer en una deflación crónica como ha ocurrido en Japón desde los 90s.

También mencionamos que las valuaciones de las acciones parecían en ese momento más atractivas que la de los bonos. Hoy existe casi certeza de la implementación de estas medidas y los mercados esperan su anuncio el 3 de noviembre próximo. Los activos de riesgo han reaccionado positivamente frente a esta posibilidad, el índice Dow Jones ha subido un 10%, el cobre un 16%, el petróleo un 13% y el oro un 8% en los últimos dos meses, mientras que la tasa del Bono del Tesoro de 10 años se ha mantenido en niveles similares.

Es apropiado preguntarnos cómo van a ser implementadas estas medidas, su grado de eficacia y los efectos colaterales que pueden traer aparejados. Antes de contestar estas preguntas es necesario entender la situación actual. Estados Unidos necesita aumentar su PBI real cerca de su potencial, 3% al año, para poder disminuir la tasa de desempleo que es casi del 10%. Mantener este nivel de desempleo es políticamente inaceptable y frente a la imposibilidad del gobierno para implementar medidas fiscales, la Fed es la única alternativa para reactivar la economía quien espera lograrlo disminuyendo las tasas reales de interés y al mismo tiempo aumentar las expectativas inflacionarias para incentivar la inversión y el consumo.

A diferencia del 2008, cuando la Fed anunció la compra de u$s 1,75 billones de Bonos Hipotecarios y del Tesoro, es probable que esta vez las compras de Bonos del Tesoro no tengan un límite prefijado y su monto final dependa de la evolución de la economía, lo cual podría llegar a resultar más efectivo dada la coyuntura actual. Sin embargo, las tasas de largo plazo ya están históricamente muy bajas y aunque logren disminuirlas aún más, es poco probable que esto tenga un gran impacto en el consumidor, aún en un lento proceso de desendeudamiento. El dicho que uno puede llevar el caballo al agua pero no puede obligarlo a tomar describe la situación. Pero como hemos presenciado desde agosto, este esfuerzo por reflacionar la economía ha tenido también el efecto de inflacionar los precios de los activos de riesgo, lo cual podría, a través del efecto riqueza, crear confianza en el consumidor y las empresas e iniciar un círculo positivo de inversión y consumo. La realidad es que la Fed está experimentando debido a la falta de opciones y todavía es incierto el grado de eficacia de las medidas.

A pesar de esta incertidumbre, de algo podemos estar seguros; estas medidas son equivalentes a imprimir dólares y cuando hay más oferta de un activo, su precio tiende a disminuir, por lo tanto una desvalorización del dólar, especialmente respecto a monedas de países emergentes o relacionadas con commodities, es esperable. También es probable que una buena parte de esta nueva inyección de liquidez se dirija a países emergentes, donde se espera mayor crecimiento que en los países desarrollados. Esto podría resultar en burbujas de activos y alta inflación en mercados emergentes con consecuencias negativas en el futuro. El escenario más probable es que el gobierno americano logre evitar una trampa deflacionaria y que la recuperación económica sea sostenida pero moderada, ya que existen problemas estructurales que no pueden ser solucionados únicamente con políticas monetarias. Sin embargo, las consecuencias colaterales podrían ser niveles de inflación en el mundo mucho mayor a los deseados en un futuro no muy lejano. 

Fuente: El Cronista