TOMA DE DECISIONES CUANDO EL SISTEMA FINANCIERO GLOBAL ESTABA EN LA CUERDA FLOJA

Entretelones de cómo los líderes europeos decidieron el rescate financiero griego

martes, 19 de octubre de 2010

Las discusiones dejaron en claro hasta qué punto los miembros de la eurozona estaban dispuestos a poner a salvo la moneda común y estabilizar a los mercados

Jueves, 22 de abril

Las autoridades más importantes del mundo se sentaron a cenar en la embajada canadiense en Washington. El tema: cómo salvar la unión monetaria europea. En las mentes de los ministros de Finanzas y banqueros centrales del Grupo de los Siete países industrializados (G-7) primaba el riesgo de que los problemas de deuda soberana de Grecia explotaran en una crisis europea y desestabilizaran el sistema financiero global.

Once días antes, los líderes europeos y el Fondo Monetario Internacional habían prometido a Grecia un rescate de 45 mil millones de euros (u$s 62 mil millones). Pero ya estaba claro que era demasiado poco.

Cuando los asistentes –entre ellos los presidentes de la Reserva Federal de EE.UU., Ben Bernanke; del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet; del Fondo Monetario Internacional, D. Strauss-Kahn, y del Banco Mundial, Robert Zoellick– se fueron esa noche, habían acordado la necesidad de acciones urgentes y colectivas.

Casi seis meses después, está claro que actuaron justo a tiempo. Y dado que aún hay preocupación por el panorama económico y fiscal de los miembros de la eurozona, las lecciones de abril y mayo son más pertinentes y sugieren que, pese a que los procedimientos de toma de decisiones de Europa pueden parecer muy lentos, sus líderes harán lo que sea posible para mantener el euro vivo. Esta divisa es más que un medio de pago y una reserva de valor. Es un símbolo de las aspiraciones de Europa a ser respetada como una comunidad de naciones embarcadas en un experimento único de unión.

Sábado, 24 de abril

A las 07:00, el presidente del BCE, el comisionado europeo de asuntos monetarios Olli Rehn, y el ministro de Hacienda griego George Papaconstantinou, reunidos en la oficina del director del FMI , acordaron que el Fondo contribuiría al rescate de Grecia la mitad de lo que pusiera la eurozona. Para el domingo 2 de mayo, el costo del rescate se había elevado a 110 mil millones de euros, pero por el pánico desatado en los mercados, cinco días después hubo que producir otro plan.

Viernes, 7 de mayo

La historia de este segundo plan comienza en otra cena, en una cumbre de mandatarios europeos. La mayoría estaba acostumbrada a las reprimendas por la gestión de las finanzas públicas. Pero el lenguaje de esa noche fue el más apocalíptico que hubieran escuchado. Para cuando Trichet terminó de hablar, nadie tenía dudas de que el destino del euro estaba en juego.

Las discusiones fueron tensas. Nicolas Sarkozy, de Francia, pidió al BCE que siguiera el ejemplo de la Fed y el Banco de Inglaterra, que durante la crisis decidieron comprar bonos de gobierno para descongelar los mercados. Lo apoyaron Silvio Berlusconi de Italia, José Sócrates de Portugal y otros primeros ministros. Pero Angela Merkel, de Alemania, saltó en defensa del BCE, e insistió en que los líderes europeos no podían dar instrucciones al banco, cuya independencia está consagrada en la ley europea. La apoyaron Jan Peter Balkenende, de Holanda y Matti Vanhanen, de Finlandia.

En cuanto a Trichet, tuvo cuidado de no aparecer cediendo a la presión de Sarkozy y sus aliados, ya que el daño a la reputación de independencia del BCE podía ser irreparable.

La cumbre amenazó con convertirse en un enfrentamiento improductivo entre dos filosofías de unión monetaria, visibles desde antes del nacimiento del euro: la visión alemana de rectitud fiscal e independencia del banco central y la visión francesa de un “gobierno económico” para Europa. En términos prácticos, había que hallar una solución antes de que los mercados abrieran el lunes. Se encargó a la Comisión Europea diseñar un plan y a los ministros de Hacienda reunirse para aprobarlo.

Fin de semana, 8 y 9 de mayo

Alemania consideró inaceptable el plan propuesto por la Comisión, de un fondo multimillonario operado bajo dirección de la UE, que vendiera bonos con garantías gubernamentales.

Por teléfono, Merkel y Sarkozy acordaron que, sin importar cómo se recaudara el dinero, el monto sería de 500.000 millones de euros, a lo que se sumaría lo del FMI, para un total de 750.000 millones de euros.

Se tardó en llegar acuerdo. Según Rehn, el compromiso que produjo resultados fue la propuesta de Maarten Verwey, del ministerio holandés de finanzas, quien propuso un “vehículo de propósito especial” que pudiera recaudar fondos con el respaldo de 440.000 millones de euros en garantías gubernamentales. Alemania, contenta de que el fondo no quedara bajo control de la Comisión y se olvidara la idea de bonos comunes europeos, dio su aprobación.

Eso permitió al BCE anunciar que comenzaría un programa de compras de bonos gubernamentales para estabilizar los mercados.  

Fuente: El Cronista