SON LA SANGRE NUEVA DEL SISTEMA FINANCIERO. SE ILUSIONAN CON SER MOTORES DE CAMBIO Y COMPLETAR LO QUE YA EMPEZARON SUS PADRES

Desembarca una nueva generación de jóvenes banqueros argentinos: sus padres son cabeza de entidades y ellos ya ocupan puestos clave

lunes, 08 de marzo de 2010

Siguieron el oficio de sus padres en el banco. En sus casas, reconocen, la familia queda sometida a los monotemáticos debates financieros.

 En la casa de los Brito, Marcela se vio obligada un día a prohibirle a sus hijos hablar de temas “financieros” durante los almuerzos. “Lo hizo porque era inevitable que charláramos todo el tiempo del banco. Y ahora, claro, ya se le hace un poco más difícil: siempre tenemos cuestiones pendientes que tratar”, cuenta Jorge Brito, hijo del actual dueño del Banco Macro. En su familia ya son cinco los hermanos que decidieron iniciar su experiencia laboral en la entidad que fundó el banquero K: Milagros, Constanza (en el directorio), Marcos, Santiago (oficial de cuenta) y él.

Los Brito son apenas una parte en esta generación de banqueros nacionales que se está gestando en la Argentina, por estos años, con los hijos de quienes dieron los primeros pasos en la historia financiera local. Junto a ellos están hoy, por caso, los Sánchez Córdova, del Finansur; los Cerviño, del Comafi; los Pardo, del Mariva; los Frávega, del Sáenz y los Meta, del Industrial. Todos ellos muestran historias similares: iniciaron sus carreras profesionales entre los empleados “rasos” de estas compañías, pero fueron subiendo escalón tras escalón hasta ocupar en pocos años los puestos más altos de la gerencia o el directorio. “Ser hijo del dueño se vive como una fortaleza. Dentro del trabajo se ve hasta como algo natural el crecimiento de uno mismo, y eso hace todo más sencillo. No hay tanta competencia”, reconoce el hijo de Jorge Brito.

Tomás Sánchez Córdova (hijo de Jorge, el dueño del Finansur) empezó a los 23 años cobrando apenas 600 pesos como asistente de un gerente de comercio exterior. Pasó por el área de Tesorería, por la Comercial y por la Mesa de dinero hasta que, en 2005, empezó a desempeñarse como director. “Sentí siempre una gran responsabilidad: uno se ve como el hijo del que pasó todas las crisis, y siente que la organización lo mira para saber cuánto trabaja”, cuenta Tomás, de 33 años, que hoy comparte el directorio de la entidad con su hermano Juan Manuel.

También ellos, como los Brito, suelen sumergir al resto de su familia en los monotemáticos debates financieros cada vez que comparten un asado de fin de semana: “Es que el banquero –dice– no tiene descanso. Estamos siempre con los ojos abiertos porque le prestamos a todos... Le pasa algo a la industria automotriz, y enseguida pensamos: ‘Uy, ¿cuánto tenemos prestado a los autopartistas?”.

En el Comafi, Francisco Cerviño, hijo de Guillermo, trabaja hoy como director de Empresas, a pocos metros de su hermana Dolores, que está en marketing. “No estuve más de un año y medio en cada área del banco. En febrero de 2002, empecé operando bonos en la mesa de trading, cuando el banco era mayorista. Yo estaba estudiando en Rosario, y mi viejo me dijo: ‘Venite que acá hay laburo divertido; arrancá por lo menos conociendo el banco”, comenta. Recibido de administrador de empresas en la UCA, Francisco todavía mantiene a Guillermo como un referente: “Fui aprendiendo de ver sus actitudes, de ser respetuoso; de la forma en la cual piensa las cosas, de su visión sobre cómo llegar al negocio y de cómo tratar con la gente”, enumera.

Facundo Frávega, hijo de Raúl, sigue los mismos pasos que sus pares. Se recibió como licenciado en Administración de Empresas, en la Universidad de Belgrano, y se desempeña como director titular del Banco Sáenz desde diciembre de 2004.

En el Mariva, los hijos de José Luis Pardo también son parte del directorio: Juan Martín es vicepresidente; y José Luis, director titular.

Estos jóvenes banqueros nacionales dicen haber encontrado en su propia casa los mejores consejos sobre su profesión. Palabras o frases, sencillamente, que a veces alcanzaron a apaciguar esa ansiedad común de la edad que podría haber terminado por traicionarlos. “Yo soy más visceral y temperamental. Él es más tranquilo”, asegura Tomás Sánchez Córdova. Y cuenta cuando, en plena conversación para la venta del Banco de Formosa, sintió el impulso por apurar la negociación: “Mi viejo me frenaba y me decía: ‘Esperá. Dale aire’”.

Tanto él, como Juan Manuel, dicen mantener grabado hasta hoy un eslogan que Jorge se esforzó en repetirles: “Crecer con coherencia, nuestra mejor estrategia”.

La influencia paterna fue clave en todos los desembarcos de estos nuevos empresarios. Jorge Brito “hijo” se acuerda de cuando, en febrero del ’97, su padre le dio un plazo de 70 días para conseguir trabajo: “Si no conseguís, te espero en el banco”, llegó a advertirle. Dos meses después, se encontró abriendo cajas de ahorro para los clientes de la entidad: “En ese momento, las extracciones y los depósitos eran manuales”, recuerda.

“Otra vez, durante mis primeros años en el banco, una persona de mi confianza me defraudó. Lo hablé con mi padre, y me dijo: ‘Esto te pasó y te va a volver a pasar. Tenés que seguir confiando, porque esta actividad se basa en la confianza. Si te dedicás a controlar a la gente, no las vas a dejar decidir tranquila. Y si te quedás atemorizado, no vas a hacer un negocio nunca más”, relata.

Ya con la tarea lograda de haber alcanzado una buena inserción en el sistema financiero argentino, la nueva generación dirige sus ambiciones hacia una expansión territorial de sus propios bancos.

“Sin descuidar la rentabilidad de la institución, tenemos la voluntad de seguir creciendo, y sobre todo de seguir siendo protagonistas del sistema financiero. Tengo un sesgo profesional para todo lo que es banca Pyme, que es uno de los grandes motores de nuestra economía”, se entusiasma Francisco Cerviño.

Y destaca la diferencia que, dice, le muestra a él este nuevo presente financiero, en relación con el que tuvo que enfrentar Guillermo: “Nuestra generación es distinta a la anterior por la evolución y la dinámica que fueron tomando la tecnología y el uso de internet. Los bancos deben ir adaptándose a esta velocidad y a un público más exigente”, señala.

El sueño que todavía no abandona Tomás Sánchez Córdova es sacar al banco a cotizar a la Bolsa de Valores: “El negocio sería muy interesante; eso requiere emprolijarse”, dice. Para el largo plazo, promete que buscará siempre que el banco sea aún más rentable: “No sólo desde el lado de los accionistas de la entidad, porque siempre tratamos de reinvertir las ganancias: eso nos permite crecer, tener más puestos de trabajo y mejorar los salarios”, aclara.

Brito, en tanto, se ilusiona con crecer en market share. Pero mucho más, dice, con lo que cree que aún puede expandirse todo el sistema financiero local: “No se suele mirar cuánto puede crecer el sistema con el mismo market share que tiene actualmente. El crédito en la Argentina hoy representa apenas el 11% del PIB. Pero fue del 22% en el ’98, y es cercano al 30% en otros países de la región. O sea: puede triplicarse. Queda mucho por bancarizar”, comenta. Y agrega, sobre el final, lo aprendido: “La clave, para esto, es la confianza”.

Fuente: El Cronista