La banca extranjera en "stand by" mantiene un cauteloso optimismo

martes, 23 de abril de 2019

En medio de la recesión todos miran al sector financiero como salvavidas. Sin embargo, el exiguo tamaño del mercado no permite albergar esperanzas, en el corto plazo, de revertir la crisis.

Lejos de sentirse los ganadores del modelo, los bancos extranjeros que operan en el mercado local añoran el boom de crédito. Sienten que poco pueden hacer en el actual contexto recesivo y, monetariamente, contractivo. Menos aún, hablar de acelerar la baja de las tasas de interés, que en realidad surgen, en el actual esquema monetario en pos de estabilizar el tipo de cambio y contener la inflación, del libre juego entre la oferta y la demanda de dinero. De modo que los bancos terminan siendo tomadores de estas políticas. A pesar de la sana competencia, desde el punto de vista de los banqueros de las principales matrices internacionales, no vislumbran mayores cambios en los rendimientos ofrecidos a los ahorristas de plazo fijo. Consideran, casi testimoniales, los deseos oficiales de que se trasladen las altas tasas que rinden las Letras de Liquidez (Leliq) del BCRA a los depositantes de plazo fijo. Medidas como las que entrarán pronto en operación como la libre movilidad de los plazos fijos no tendrán mayores impactos. Al respecto, vale recordar que la semana pasada el titular del BCRA, Guido Sandleris, prometió, al presentar el IPOM de abril, que impulsaría más medidas para inducir a los bancos a trasladar más puntos porcentuales que obtienen por las Leliq a los plazos fijos.

A la hora de evaluar, en este año electoral, los riesgos de una creciente dolarización los economistas de la banca extranjera se muestran tranquilos. Según sus estimaciones la corrida cambiaria del año pasado infringió una caída en los depósitos a plazo fijo del 10%. Hoy este número sería totalmente manejable por el sistema, según la apreciación de estos analistas. Destacan la gran atomización de los tenedores privados, que incluso muchos de ellos usan este canal de ahorro como dinero transaccional. Señalan además que se ha desacelerado la demanda de dólares billetes tanto en sucursales como en el home banking. Entre el elevado nivel de liquidez que tiene el sistema financiero, la política monetaria contractiva, las reservas del BCRA, la atomización de plazos fijos, y el bajo nivel de monetización no ven mayores riesgos de dolarización de las carteras. Tampoco atisbos de hiperinflación.

En síntesis, los bancos están sólidos, no ganan tanta plata como se cree, no ven que una nueva corrida cambiaria desestabilice al sistema, pero reconocen que el riesgo político contamina todo, por eso el riesgo país se disparó. Al respecto, estiman que una vez disipado el factor político, el riesgo argentino debería recortar entre 200 y 300 puntos básicos. Por el momento, todo parece estar en modo “stand by” hasta el próximo 11 de diciembre.

A continuación se comparten las visiones más interesantes sobre la coyuntura macro y del sistema financiero surgidas de un intercambio informal con varios de los principales representantes de la banca extranjera.

La crisis cambiaria de 2018 no contagió al sistema financiero como en otras ocasiones. El mantenimiento de contratos fue una señal diferenciadora.

El próximo Gobierno recibirá una macro mejor, con un tipo de cambio más competitivo y el cierre de los déficits gemelos (fiscal y externo). Esto pone a la economía en una situación más sólida en el mediano plazo. Si el que asuma la presidencia en 2019 lee bien los números que hereda, tendrá chances de volver la economía hacia la normalidad y el crecimiento.

El sistema financiero local sigue siendo pigmeo frente al de los países vecinos. El crédito representa apenas el 12,4% del PBI cuando el promedio regional es del 45%. Por ello el desafío es crecer. Hoy los bancos tienen liquidez y están bien capitalizados. El exiguo tamaño también explica la baja probabilidad de propagación de una crisis. En tal sentido, una fortaleza es el bajo nivel de morosidad, 3% versus el 4,2% promedio de la región (Perú y Colombia tienen el 5%).

¿Ganadores del modelo? El patrimonio neto en pesos de los bancos del sistema se mantuvo constante en términos reales en 2018. Pero en dólares cayó 26%. La ficción de las ganancias de las altas tasas se desvanece al evaluarlas en términos reales o en moneda extranjera. La rentabilidad sobre los activos (ROE) fue del 37% el año pasado, por lo que descontada la inflación real fue negativa. Si los bancos pudieran ajustar los balances por inflación, como todas las compañías, la ficción de las ganancias se aclararía. Además, los bancos no pueden cubrirse, como las personas y las sociedades, de una devaluación abrupta como la de 2018 directamente comprando divisas porque el BCRA impone límites a las tenencias de divisas.

El negocio de los bancos es comercial, no financiero. Prestar es el corazón del negocio. No se puede planificar una estrategia de mediano y largo plazo en función de las Leliq a 7 días. Pero tampoco la tasa pasiva puede estar debajo de la inflación, para no perjudicar al depositante, sin el cual no hay ahorro ni crédito ni inversión.

Se observa cierta estabilidad en términos reales de los plazos fijos minoristas (de menos de $1 millón) que crecieron 4% interanual en marzo. Los plazos fijos mayoristas (más de $1 millón) muestran más volatilidad. Crecen al 50% interanual en términos reales.

Del mismo modo que la tasa de interés no logra reactivar la economía por sí sola cuando es baja, tampoco es la única causal de desaceleración cuando es alta. La retracción de la demanda de crédito es elocuente: el monto de crédito en pesos a empresas es sólo 3% del PBI y a pymes del 1,3%.

No se registran problemas con los créditos UVA. El stock actual de créditos hipotecarios es de $150.000 millones, en manos de 100.000 familias. Unos muy pocos casos registran inconvenientes con la relación cuota-salario. La morosidad es de sólo 0,03%, o sea, cada 10.000 préstamos, sólo 3 han tenido problemas para abonar la cuota en tiempo y forma. El aumento de las cuotas se debe a la aceleración de la inflación en 2018. También la devaluación contrajo la demanda de crédito hipotecario UVA al estar los inmuebles nominados en dólares, lo cual impactó en la relación cuota-ingreso. Pero el problema no es el sistema, que demostró ser efectivo en los primeros dos años de vigencia, sino la aceleración inflacionaria, al igual que en el caso de los alquileres.
 

Fuente: Ambito