BCE

Minutas europeas El Banco Central Europeo trata de parecerse cada vez más a la Fed

lunes, 23 de febrero de 2015

Acaba de publicar las primeras minutas de una sesión de su Consejo de Gobierno para darle más transparencia a sus decisiones de política monetaria

Para Maquiavelo, "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos". ¿Es el Banco Central Europeo (BCE) un buen discípulo del célebre filósofo florentino? A juzgar por las primeras actas publicadas en su historia de una sesión de su Consejo de Gobierno, parecería ser que lo importante es mostrar a los mercados financieros que, por encima de todo, reina el consenso dentro del organismo. Algo que levanta bastante sospecha para los analistas, acostumbrados a debates acalorados y a posiciones casi irreductibles entre sus miembros, a tal punto que el BCE fue llevado a juicio hace unos años atrás por uno de ellos.

La novedad con respecto al máximo organismo monetario de la zona euro es que acaba de dar un paso más en su política de transparencia al emular a la Reserva Federal y comenzar a publicar las minutas de las reuniones del consejo de gobernadores. Éste está formado por los seis miembros del Comité Ejecutivo más los 19 gobernadores de los bancos centrales de los países de la zona euro, un conjunto de opiniones autorizadas bastante heterogéneo, a juzgar por las posiciones de cada país respecto de la tarea del organismo en estos últimos años.

En realidad, lo que se libra dentro del Consejo de Gobierno y desde la creación del euro en enero de 1999, se parece más a una batalla cultural que a una visión común respecto del rol que debe cumplir el BCE. Porque si bien su tarea inicial fue la de preservar el valor de la moneda y mantener la estabilidad de precios, a medida que la coyuntura económica se fue degradando, el banco tuvo que modificar sus objetivos para contrarrestar la crisis que afectó al continente a partir de 2008. De esta forma, las autoridades fueron de a poco relajando los propósitos iniciales para añadir tareas no previstas como apuntalar la economía, sostener al sistema bancario en riesgo de implosión y evitar que el acceso al financiamiento quedara totalmente frenado.

Por supuesto, en una unión política y económica entre naciones tan distintas, era inevitable que los disensos se manifestaran. Por lógica, la visión de la política monetaria que posee un funcionario del Bundesbank alemán difiere radicalmente de la de uno de la Banca d?Italia o del Banco de Grecia. Por su historia de hiperinflación, los alemanes (y en general los europeos del norte) son muy reacios a apoyar cualquier política que ponga en riesgo el valor de la moneda y pueda generar una escalada inflacionaria. En los países mediterráneos en cambio, la visión está más puesta en impulsar la economía y el empleo que en defender la austeridad o el equilibrio fiscal.

Es así que, desde el principio de la creación del euro, se han enfrentado en el seno del BCE estas dos fuerzas antagónicas que se han ido exacerbando a medida que la crisis financiera se cebó con el continente. En una medida que genera mucha controversia, recientemente el organismo decidió lanzar su propio programa de expansión monetaria con la recompra masiva de deuda pública y privada. La decisión fue tomada en la última reunión de su Consejo de Gobierno, el 22 de enero, de la que se acaban de conocer las actas de dicho encuentro.

Este plan de Quantitative Easing (QE) a la europea es otro paso del BCE para adaptar su rol fundacional a objetivos más en línea con los de la Fed, donde aparte de defender la estabilidad de precios, se busca alcanzar el nivel máximo de empleo.

De las minutas publicadas surge que los miembros del consejo de gobernadores alcanzaron un "acuerdo profundo" respecto de la conveniencia de lanzar un programa de recompra de deuda por valor de 60.000 millones de euros por mes hasta septiembre de 2016 (abarca un total superior al billón de euros) para evitar los riesgos de deflación que hoy acechan a la eurozona.

Las actas también sostienen que una "gran mayoría" de los miembros aprobó dicho programa, el cual terminó siendo mayor que el propuesto inicialmente por Peter Praet, economista en Jefe del BCE, quien había sugerido un monto mensual de 50.000 millones de euros. "Existía un punto de vista largamente compartido respecto de que estaban reunidas todas las condiciones para tomar nuevas medidas de política monetaria durante la presente reunión", sostiene el documento.

En realidad, el léxico empleado respecto del "acuerdo profundo" trata de disimular lo que es un secreto a voces, y es que los alemanes aceptan cada vez menos que el BCE se aparte de su objetivo inicial de preservación del valor de la moneda.

Lamentablemente, las minutas no ponen de manifiesto la opinión de cada participante, por lo que la transparencia no es total. "En opinión de algunos participantes, surgió durante la reunión que no había necesidad ni urgencia para adoptar una nueva medida de política monetaria. Pero tras tomar en cuenta los puntos de vista planteados por los miembros del consejo de gobernadores, el presidente [Mario Draghi, N.del R.] concluyó que una gran mayoría de los miembros votantes era favorable al lanzamiento de un programa ampliado de compra de activos", afirman las actas.

El alemán Jens Weidmann, quien preside el Bundesbank y que participó de esta reunión, afirmó que fue uno de los que se opuso a adoptar esta medida. Justamente, hace dos años, el mismo funcionario se encargó de iniciar un juicio contra el BCE ante la Corte Suprema alemana, por considerar que estaba incumpliendo su rol al comprar deuda de los países en problemas. Finalmente, la demanda fue desechada, dándole la razón a Draghi cuando sostuvo en el peor momento de la crisis que "el BCE hará todo lo que haga falta para sostener el euro". Pero si las medidas adoptadas no alcanzan para revertir la crisis en el corto plazo, los analistas prevén que en las próximas minutas costará mucho más mantener las apariencias. 

Fuente: El Cronista