política monetaria

Cepo alimenta fuga de dólares por turismo

martes, 28 de octubre de 2014

Desde su imposición en 2011, el cepo cambiario ha dejado varias marcas indelebles en la economía local, siendo tal vez uno de sus resultados más visibles la sostenida -y casi sin excepciones creciente- brecha entre la cotización oficial del dólar y sus contrapartes paralelas (tanto legales como del mercado negro).

Ahora bien, esta disparidad de precios para un mismo activo financiero no hizo sino potenciar los incentivos para incrementar su demanda por las vías de acceso oficiales, al tiempo que llevó a canalizar parte de su oferta por fuera del mercado regulado (como medio de apropiación de ese diferencial), generando así un estado de jaque a las crecientes restricciones sobre el intercambio de divisas.

En este contexto, el sector turismo ha jugado un rol central, convirtiéndose en un importante canal de drenaje de reservas y en un significativo afluente para la dolarización de carteras de los argentinos (siendo también cierto que parte significativa de la oferta remanente ha provenido de un simple cambio de tenencias, con origen en el stock de ahorros en divisas que tenían algunos individuos).

Para notar la relevancia de esta dinámica sectorial, resulta revelador detenerse en las alteraciones que a partir del cepo se han observado en las mediciones de la cuenta de Turismo y Viajes del balance de pagos (método devengado) en contraposición a su equivalente del balance cambiario (método percibido). Las mismas se verifican con claridad en el primero de los gráficos adjuntos.

Es interesante observar la diferencia en el saldo de ambas metodologías de estimación. Antes del cepo cambiario el balance cambiario del turismo había sido siempre positivo y superior al del balance de pagos. En efecto, la diferencia promedio entre 2005 y el III trimestre de 2011 (último trimestre antes del cepo cambiario) ha sido de u$s 1.441 millones (acumulado en cuatro trimestres).

Esta discrepancia surge en general por el tipo de imputación dada a la compra de divisas para viaje de los residentes argentinos en casas de cambio, las cuales ante la falta de declaración de un destino específico, se medían como fuga de capitales (formación de activos externos del sector privado). No obstante, a partir del nuevo marco regulatorio de fines de 2011, la relación entre ambos saldos se alteró de forma abrupta. Entendemos que esto puede explicarse como resultado de dos grandes mutaciones en el comportamiento de los agentes.

1) Turistas argentinos: comenzaron a tener incentivos para no usar divisas propias al viajar, buscando asimismo maximizar el uso de adelantos de tarjetas de crédito y del cupo habilitado de divisas oficiales (con recargo). Es decir se incrementó la obtención de divisas en el mercado de cambios oficial abierto para esos fines, más allá, presumiblemente, de las necesidades estrictamente turísticas (imputándose, sin embargo, bajo esa cuenta en el balance cambiario).

2)Turistas extranjeros: para conseguir un mejor tipo de cambio en muchas ocasiones han comenzado a vender sus divisas en el mercado paralelo. De esta forma, se deterioró la liquidación en el mercado oficial (verificándose como un menor saldo de balance cambiario), aunque sin alterar lo visto en el balance de pagos, dado que sus gastos siguen figurando como ingresos por turismo en esa contabilidad.

Para dimensionar este fenómeno a nivel agregado, hemos decidido aproximar la fuga de capitales implícita en el sector turismo cuantificando la diferencia "anormal" entre el balance de pagos y el cambiario entre los períodos anteriores y posteriores al cepo cambiario. Esta vinculación es justamente la que se exhibe en el segundo gráfico. Los guarismos no son para nada menores, sino que en el acumulado de los últimos 4 trimestres alcanzarían los USD 5.660 millones. La misma resulta aún más interesante en tanto se comprueba que ha existido una relación entre el nivel de la brecha cambiaria y la aproximación de fuga de capitales vía turismo antes mencionada.

Esta realidad cobra aún más importancia hoy en día, con un nivel de brecha cambiaria cómodamente por sobre el 70%. Si se respetara el patrón de los últimos trimestres, la fuga vía turismo del 2014 alcanzaría por lo menos los USD 5.500 millones, monto que agregado a la fuga a través del "dólar ahorro" treparía a niveles cercanos a los USD 9.000 millones (alrededor de un tercio del nivel de las reservas actuales).

En perspectiva, puede entenderse que la introducción del cepo cambiario buscó sostener un conjunto de desbalances macroeconómicos vigentes en aquél momento y todavía irresueltos. Específicamente, pretendió limitar el arbitraje entre el dólar y el peso de forma tal de poder incrementar la recaudación del impuesto inflacionario necesario para sostener la estrategia de expansión constante del gasto público. En otras palabras, poder incrementar la emisión y la liquidez -con la consecuente baja en la tasa de interés real-, minimizando las posibilidades de que los tenedores de pesos puedan deshacerse de los mismos, a través de canales financieros tradicionales, para protegerse de la depreciación de la moneda.

No obstante, este canal de transmisión de la brecha cambiaria es una muestra más de la poca efectividad que ha tenido el cepo para contener la fuga de capitales en la economía -ciertamente la "gesta pesificadora" ha sido infructuosa-. En contraposición a lo buscado, evitó el alzamiento de una estampida contra el peso, pero al costo de generar una huida lenta y paulatina, difícil de sostener más allá del corto plazo (o a través de ingreso de dólares por endeudamiento externo) sin poner en marcha políticas complementarias. 

Fuente: Ambito