finanzas internacionales

El Banco Central Europeo va en la dirección correcta

viernes, 05 de septiembre de 2014

Cuando Mario Draghi se alejó de su guión durante el encuentro de presidentes de bancos centrales en Jackson Hole el mes pasado, el mundo tomó nota.

El número uno del Banco Central Europeo no prometió hacer ?lo que sea necesario? para evitar la deflación en la eurozona. Pero dijo lo suficiente para que los inversores creyeran que la institución con sede en Francfort finalmente se había despertado ante la amenaza de estanflación.

Draghi ayer sumó más tropas a su contraofensiva. Admitiendo que la inflación en la eurozona podría no alcanzar los niveles proyectados en cada uno de los próximos tres años, encargó al BCE una serie de medidas diseñadas a sostener la debilitada demanda.

Draghi puso punto final a las medidas monetarias convencionales al anunciar una disminución de la tasa repo de 0,15% a 0,05% y elevar a 0,20% la tasa que el BCE cobra a los bancos por recibir sus depósitos.

Y lo que es más importante, aseguró que BCE lanzará compras de títulos valores respaldados por activos.

Si bien ésta no es la flexibilización cuantitativa a escala total que buscaban muchos observadores del mercado, tiene ventajas en un mundo donde los bancos de la eurozona todavía tienen que reparar sus balances. En estas circunstancias, con rendimientos soberanos más bajos no aumentará mucho la voluntad de las instituciones financieras de prestar.

Los planes de Draghi tienen sus dificultades. Las compras de títulos valores respaldados por hipotecas solamente harán una diferencia si el pool de activos subyacentes es lo suficientemente grande y si los préstamos son genuinamente retirados de los balances de los bancos liberando espacio para nuevos préstamos.

El BCE planea en la primera emisión ampliar la gama de activos que comprará incluyendo títulos valores respaldados por hipotecas y creando así una pool comprable de unos 200.000 millones de euros. Segundo, Draghi dijo que el BCE estaría dispuesto a adquirir los tramos más riesgosos de tales préstamos siempre que los estados miembro de la eurozona ofrezcan garantías.

Si las compras respaldadas por activos son insuficientes, el BCE debería prepararse para recurrir a una flexibilización cuantitativa total.

Draghi gastó importante capital político incluso para llegar a esta etapa. El presidente del BCE admitió en la conferencia de prensa que no pudo obtener una aprobación unánime para las medidas del banco central.

No se sabe con claridad cual fue el nivel de disidencia. Pero en algunos cuarteles hay temor a que las medidas no convencionales quiten la presión sobre los gobiernos de los países castigados por la crisis, como Italia, que se mostraron reacios realizar las dolorosas reformas estructurales.

Dado el malestar que se siente en la eurozona, ahora es discutible hasta qué punto las medidas monetarias solas pueden sostener la demanda. El problema es que la política fiscal de la eurozona todavía insiste en el ajuste generalizado. El énfasis puesto en la austeridad, y no en una política fiscal más equilibrada en el norte y en el sur, está enfriando el crecimiento económico.

En Jackson Hole, Draghi mencionó la necesidad de un nuevo acuerdo fiscal que reconcilie la necesidad de menos austeridad con los pedidos de reforma estructural para elevar el potencial de crecimiento a largo plazo en la eurozona.

Un paso adelante sería el plan fiscal que surge de la Comisión Europea respaldado por Francia e Italia. Se ofrecería una relajación temporaria de las metas presupuestarias a cambio de una reforma estructural profunda en los mercados laboral y de productos.
Esas ideas serán recibidas con sospechas en el centro de la eurozona. Pero la alternativa que enfrentan las autoridades que fijan políticas está entre abordar un peligro claro y presente (la demanda débil y la deflación) y preocuparse por el riesgo más remoto de futuras burbujas en los precios de los activos. Draghi todavía no hizo todo lo necesario. Pero está moviendo el debate hacia la dirección correcta.

Fuente: El Cronista