LA CRISIS CAMBIARIA

Blanqueo: las dudas previas y el después

jueves, 30 de mayo de 2013

Con la aprobación de la ley para blanquear dólares se suma un nuevo eslabón al conjunto de medidas que viene intentando el Gobierno para recuperar divisas.

La manzana es tentadora. En la Argentina, se calcula que hay unas 700.000 cajas de seguridad que si tuviesen US$ 20.000 cada una redondearían un mínimo de US$ 14.000 millones que por ahora no tienen otro destino que el atesoramiento.

El Gobierno aspira a que el blanqueo le acerque unos US$ 4.000 millones y que esos fondos contribuyan a financiar inversiones de YPF y a dinamizar el alicaído mercado inmobiliario. La apuesta no es menor.

La medida llega justo al cumplirse un año de la prohibición de comprar dólares por motivo de ahorro: en su momento, fue la vuelta de tuerca más sensible al cepo cambiario que se había inaugurado en octubre de 2011 y que, entre otras consecuencias, impulsó la caída inmobiliaria que ahora se intenta reflotar.

Desde aquellos días, cuando las reservas del Banco Central rondaban los US$ 47.000 millones (ayer eran US$ 38.557 millones), se profundizó la táctica oficial de incrementar los controles para evitar la salida de divisas y seguir pagando la deuda con los dólares acumulados en el Central.

Así, el Gobierno logró bajar la fuga de capitales pero, simultáneamente, cerró la puerta para el ingreso de dólares nuevos, que ahora sale a pescar.

La música de fondo de todo este período la puso la suba del dólar paralelo que, cuando a comienzos de mayo tocó $10.40, aceleró los tiempos del blanqueo y disparó un racimo de medidas para estabilizar la situación.

Hace cinco semanas que el Banco Central sube las tasas de las letras que coloca en el mercado para tratar de captar pesos y sacarle atractivo al dólar “blue”. La trepada fue sensible, dos puntos anuales y sin pausa demuestran el nivel de necesidad.

De esta forma, hoy el Central ofrece 16,5% anual por la plata que toma y le pone un piso más alto a los intereses del mercado. Hay bancos, por caso, que hoy le ofrecen 17,5% anual a sus clientes más grandes para que le dejen los pesos.

Subir la tasa de interés, una receta considerada ortodoxa por el Gobierno, constituye en estos días uno de los instrumentos esenciales dentro de la estrategia oficial de aguante frente al paralelo.

Un plazo fijo de 17,5% anual se pone en línea con la suba del dólar oficial prevista para este año que, al ritmo que va, podría subir 18%.

Poner la “zanahoria” de la tasa para alejar la tentación del dólar constituye una tensión conocida para la economía argentina.

Por otra parte, el mercado de bonos asiste a un verdadero baño de papeles Boden 2015 (¿será por cuenta de la ANSeS con títulos de los jubilados?) que aumenta la oferta y contribuye a moderar el precio del llamado dólar contado con liquidación, que ayer rondaba los $ 8,28.

Así, el esquema de resistencia cambiaria hasta las elecciones adquiere una forma bien definida:

* La Presidenta asegurando que no habrá una devaluación fuerte mientras ella esté.

* El Banco Central subiendo las tasas de interés para hacer más atractivos los plazos fijos.

* El gobierno filtrando, supuestamente, bonos de la ANSeS para aquietar el circuito del contado con liquidación.

Ahora el blanqueo de dólares intentará que, principalmente los Certificados de Inversión (Cedin) actúen como un sucedáneo del dólar billete en el mercado inmobiliario partiendo del diagnóstico oficial de que la falta de dólares es una de las causas del derrumbe del sector.

En realidad, lo que faltan son dólares a precio oficial, de los otros hay a granel.

Sobre el dólar y el blanqueo hay en estos días un núcleo de dudas similares respecto al antes y el después.

Respecto del dólar hay certezas de que no habrá un salto cambiario hasta las elecciones de octubre.

El Gobierno, así como en 2007 estaba enamorado de un dólar alto y competitivo, adhiere hoy a otro retrasado que favorezca el mantenimiento de los salarios en términos de dólar.

Después de las elecciones, y más allá de la voluntad presidencial, habrá que estar atento a lo que pase con el ingreso de divisas.

El resultado del “ trimestre dorado” (abril-junio) cuando entran los dólares de la soja viene con poco brillo a pesar de la buena liquidación de la cosecha.

En estos dos meses, el Central sólo pudo comprar a razón de US$ 25 millones por día –una cifra exigua– y no logra frenar la baja de las reservas del primer cuatrimestre del año.

En el caso del blanqueo, también importa el después y más allá de la cantidad de dólares que logre aportar.

En el Gobierno dicen que aspiran recaudar unos US$ 4.000 millones, cifra similar a la del anterior borrón y cuenta nueva, de 2009.

Los economistas privados son menos optimistas y creen que el blanqueo difícilmente termine dejando más de US$ 2.000 millones, una cifra que, para las circunstancias, igual sería jugosa.

Pero las dudas, más que en el monto, giran en torno de cómo será el tratamiento que el Gobierno les dará posteriormente a los blanqueadores.

A lo largo de diez años, el Gobierno demostró que tiene fuerza para encontrar financiamiento cuando lo necesitó.

El aumento de las retenciones a las exportaciones del campo, la estatización de los fondos jubilatorios, las reservas de dólares del Banco Central, el retraso de la base imponible de Ganancias, blanqueos y, por supuesto la inflación, fueron mecanismos para llenar las arcas del Estado y pagar la deuda al contado.

Ahora es el turno de un nuevo y particular blanqueo: el de los dólares no declarados que pondrá fin, entre otras cosas, al declarado proceso de pesificación inmobiliaria que buscaba el Gobierno.

También constituye el reconocimiento de que al Estado le podrán sobrar los pesos que emite el Banco Central pero la escasez de divisas, con las circunstancias actuales, habría llegado para quedarse. 

Fuente: iEco Clarin