política monetaria

Tres dólares y tres señales inquietantes

jueves, 14 de marzo de 2013

Hay un cruce en los distintos precios del dólar con los que hoy se opera en la Argentina que indica que, aunque de forma silenciosa, algo está cambiando.

El mercado argentino hoy se mueve con un dólar oficial de $ 5,09, que maneja el Banco Central y ahora sube a un ritmo anual de 19%, otro paralelo que lleva subido 15% en lo que va del año y un tercero conocido como “contado con liquidación” que ayer llegó a tocar $ 8,40 y que acumula un aumento de 24% desde diciembre.

El “contado con liquidación” es una operación que realizan empresas y operadores grandes. Consiste en que si alguien, por ejemplo, quiere comprar mil dólares para tenerlos en el exterior, compra acá un bono argentino (Boden 2015) nominado en dólares, lo paga en pesos y el banco u operador lo vende en Nueva York y deposita los dólares en la cuenta del comprador en lo que constituye una operación legal.

Uno de los cambios es que, a diferencia de lo que sucedía en diciembre, ahora el precio del “contado con liquidación” supera al del paralelo. Ayer cotizaban a los mencionados $ 8,40 contra $7,92 que tocó el marginal, blue o negro.

Ese cambio de resultado puede sintetizarse en una especie de máxima arrabalera del circuito financiero: en diciembre la presidenta del Banco Central emitía pesos a lo loco para cubrir el déficit del Tesoro y eso, y la presión de las compras de divisas por parte de los turistas hicieron que el paralelo superase al “contado con liqui”.

Ahora, a pesar de algunos enjuagues que se comentarán más adelante, el Banco Central moderó la emisión y la salida de dólares, y el alza consecuente del dólar mayorista se debe a que, más allá de la suba y el alto nivel, algunos grandes jugadores decidieron cubrirse frente a un desdoblamiento del mercado cambiario o ante la idea de que el cepo y las dificultades de girar fondos al exterior podrían agudizarse en los próximos meses.

A eso se adicionó que operadores de la oficina que negocia los futuros de divisas en Nueva York (Emerging Markets Trade Association), donde las compras de dólares para la Argentina se negocian a tasas de 45% anual, comentaron que podrían calcular las operaciones de futuro hasta septiembre.

Si bien no lo dijeron, el plazo era obvio: querían operar hasta las elecciones ante el temor de que después pueda venir un desdoblamiento formal del dólar.

La versión tuvo marcha atrás y después se dijo que los contratos a un año seguirían sin ninguna restricción aunque algunas consecuencias ya habían dejado sobre el mercado: la suba del “contado con liquidación” que llevó la brecha con el oficial al altísimo nivel de 65%.

Otras versiones indicaban que el “contado con liquidación” se aceitó después de que voceros de la AFIP (en estricto off de record para no comprometerse) dijeran que la denuncia y allanamiento a una sociedad de Bolsa del interior del país no se realizaba por haber utilizado intensamente ese mecanismo para sacar divisas sino que lo que estaba bajo sospecha era el origen de los fondos.

Esa sola versión habría alcanzado para que algunos grandes se envalentonaran y apostasen a comprar dólares a $ 8,40, un precio que, por lo alto, no se condice con ningún cálculo técnico sobre qué valor debe tener la divisa pero que, evidentemente, les sirve para cubrirse de algo.

Y si de cobertura se trata, el Tesoro no se reserva nada para tapar su déficit.

En febrero, aparecieron en el balance del Banco Central unos $ 3.900 millones que le traspasaron al Tesoro.

El número llamó la atención tanto por el monto como por la época del año: habitualmente en febrero el Central o no le tiene que dar nada al Gobierno o, incluso, registraba saldos a favor.

El traspaso de los fondos en sí mismo, a esta altura no sorprende. Sólo basta tener en cuenta que casi la mitad de los billetes que el Central emitió a lo largo del año pasado tuvieron como destino cubrir el déficit fiscal.

Después se dijo que esos $ 3.900 millones no eran nuevos sino que se trataba de un remanente contable de los más de $ 50.000 millones inyectados el año pasado.

Con el dólar aceitado en los circuitos que no controla el Central y un oficial subiendo más fluidamente pero lejos aún de la inflación, los operadores no esperan grandes sorpresas hasta que lleguen en los próximos días los dólares de la soja.

Pero al Gobierno la espera se le está haciendo eterna.

Los depósitos en dólares bajan semana a semana, el Banco Central no recupera reservas en forma permanente y una brecha cambiaria en ascenso le complica las cosas.

Más allá de las presiones y decisiones empresarias, un alto componente de la puja entre el gigante brasileño Vale y el Gobierno es por el atraso del dólar oficial. Otra cosa que el cepo cambiario ayudó a complicar.

 

Fuente: Clarín