política monetaria

Ante un Banco Central insolvente

martes, 07 de agosto de 2012

La entidad monetaria de la Argentina viene reemplazando reservas líquidas por títulos públicos intransferibles y de largo plazo

SI los activos virtualmente incobrables del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se previsionaran como es debido, la entidad expondría hoy un patrimonio neto fuertemente negativo y una situación de insolvencia.

Esos activos incobrables son títulos públicos y tienen como deudor al Estado nacional. Gran parte de los bonos en cartera fueron recibidos del Tesoro como contrapartida del uso de reservas para pagar deuda pública. Ninguno de estos bonos es vendible a su valor técnico o nominal, ya que son no negociables. Están emitidos en dólares, vencen a los 10 años y pagan íntegro el capital y todos sus intereses al vencimiento. La cláusula de intereses dice que la tasa será la del promedio obtenido en la colocación de las reservas, pero con un tope igual a la tasa Libor menos 1%. Como la Libor está por debajo de uno, el interés es nulo. Es un bono no para ser pagado, sino renovado. El emisor, o sea el gobierno nacional, además de ser hoy insolvente, no prevé sin duda la cancelación de estos bonos.

A fines de la semana pasada, se efectuó el último pago del Boden 2012 utilizando 2084 millones de dólares de las reservas y compensando al Banco Central con el consabido bono a 10 años. Actualmente el conjunto de estos títulos suma el equivalente a unos 37.000 millones de dólares.

El Banco Central también posee en su activo obligaciones en pesos que recibe del Gobierno por la entrega de adelantos transitorios, que siempre han sido permanentes. No son más que papeles sin valor de mercado que también son contabilizados en el balance a su valor nominal. En definitiva, el activo real computable sólo comprende muy poco más que las reservas netas (excluyendo encajes bancarios en dólares y obligaciones con organismos internacionales), que ascienden al 27 de julio a 37.914 millones de dólares y a las que habrá que descontar el pago del Boden 2012.

Debe entenderse que estas reservas fueron adquiridas con pesos emitidos y no con pesos aportados por el fisco. Esto quiere decir que cada dólar comprado tuvo como contrapartida pesos que se agregaron a la base monetaria. Cualquiera de estos pesos puede teóricamente volver para recomprar los dólares. Por eso la base monetaria se considera un pasivo del Banco Central. Se definen como "reservas de libre disponibilidad" sólo las que la exceden. Pues bien, hace ya tiempo que esta cobertura se ha perdido.

La defensa de las reservas contra una corrida cambiaria hoy sólo dispone del cerrojo de los controles de cambio instrumentados en los últimos meses. Estas barreras son, sin embargo, perforadas por las mil formas que los agentes económicos encuentran para hacerse de los dólares oficiales baratos. De hecho, a pesar del superávit comercial y de las compras netas de divisas que el Banco Central realiza, el nivel de las reservas no aumenta, sino que disminuye. A esto contribuye la fuga de capitales, además de la reducción de los depósitos en dólares en los bancos por el temor de su pesificación.

El pasivo del Banco Central incluye otro componente nada despreciable. Son las letras Lebac y Nobac emitidas para absorber los excesos de emisión y evitar un desborde monetario aún mayor. Son letras en pesos a plazos relativamente cortos, que indefectiblemente deben pagarse. Lo común es que en cada vencimiento se intente una nueva colocación por montos equivalentes o parecidos. El stock actual de esas letras es equivalente a 22.870 millones de dólares.

En este estado de situación, y computando los activos de valor recuperable real contra los pasivos reclamables, el patrimonio neto del Banco Central resulta fuertemente negativo. Además, la cobertura de la base monetaria con las reservas netas alcanza sólo al 72%. Estas dos circunstancias ponen en evidencia la extrema debilidad del Banco Central para continuar siendo utilizado como fuente de fondos para cubrir el déficit fiscal. Toda vez que se continúe haciéndolo, esta debilidad se acentuará y estará en peores condiciones de enfrentar con sus reservas los pagos de la deuda o las demandas cambiarias en un clima de caída de la confianza.

El empleo de los fondos de la Anses como recurso alternativo para cubrir ese déficit está próximo a agotarse por la rápida disminución de los excedentes líquidos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Hay además una creciente advertencia del uso indebido para tal fin. Por lo tanto, mientras no se recupere el acceso a los mercados internacionales de crédito, urge reducir el déficit fiscal y terminar con el abuso indebido del Banco Central. 

Fuente: La Nación