Crisis

Se cumple una década de la crisis del 2001

miércoles, 21 de diciembre de 2011

En diciembre de 2001 la historia se detuvo en Argentina: cinco presidentes en apenas trece días en medio de una crisis feroz que siguió a un ajuste que sacó a la calle a un sector impensado, la clase media • En Entre Ríos la revuelta tuvo sus peculiaridades: la cesación de pago de sueldos en junio hizo estallar el malhumor, que después sobrevendría en tragedia, con tres muertes y saqueos en tres ciudades • Y una crisis política inédita.

Aquel diciembre las cosas estaban por ponerse peor.

El humor social se había puesto áspero mucho antes, pero comenzó a manifestarse del peor modo a comienzos de mes, cuando el ministro de Economía del gobierno de la Alianza, Domingo Cavallo, anunciaba urbi et orbi el encorsetamiento de los ahorros en pesos y en dólares que había en los bancos, el corralito, y la medida no pudo sino sacudir la modorra de la siempre acomodaticia clase media nacional.

Los cacerolazos frente a los bancos, las movilizaciones en el microcentro de la clase media, el “que se vayan todos” gritado a grito pelado en las calles, las vigilias a las puertas de las financieras fueron entonces moneda corriente, una postal inédita de una Argentina que había salido con dolores de parto de la siesta de los años 90.

La crisis social cerraba su cerco sobre la administración del presidente Fernando de la Rúa, que no acertaba a encontrar el rumbo de su gobierno, mientras las demandas sociales se volvían más duras.

El 19 de diciembre, el Gobierno decretó el estado de sitio, pero la medida no hizo sino enardecer más los reclamos en las calles. En el atardecer del 20, el presidente De la Rúa presentó su dimisión, dos años antes de cumplir su mandato constitucional, y lo hizo en medio de un caos generalizado, con los saqueos como final de tragedia y patetismo.
Fue en Concordia adonde la bronca social estalló del modo más violento, los saqueos: ocurrió el primero una furiosa tarde de sábado, el sábado 15, en el supermercado Maxi Total, y después todo siguió de manera dramática en distintos puntos del país, Rosario, Concepción del Uruguay, el conurbano bonaerense, Paraná. Aquí la gente destrozó totalmente un super, el local de Norte, hoy Carrefour, de Don Bosco y Suipacha.

El saldo, trágico, tres muertos. Eloísa Paniagua, Romina Iturain, José Daniel Rodríguez, consigna EL DIARIO.

• Releer la historia

Edgardo Massarotti fue un partícipe necesario en aquel diciembre: estaba al frente de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) y era, además, la cara más visible de la Multisectorial, ese colectivo que resumió en sus movilizaciones las demandas del sector de empleados públicos, trabajadores independientes, desocupados, pequeños comerciantes, todos batiéndose a duelo contra el ajuste en marcha.

Diez años después, Massarotti cree necesario echar una mirada sobre las “causas más profundas” de la crisis de 2001, sin que ello suponga obviar las tragedias humanas, las muertes que hubo entonces, y ahora analiza que la participación de la gente aquellos días pudo frenar el avance de las “políticas neoliberales”, y poner un “freno a la represión”.

Y luego dice también que el modo cómo se enfrentó aquella crisis permitió que hoy se pueda seguir peleando por la recuperación de hijos y nietos secuestrados durante la dictadura; pero que también posibilitó la instrumentación de la Asignación Universal por Hijo; la reestatización del sistema jubilatorio; la determinación del Estado de no apelar a la represión para enfrentar demandas sociales.

“Creo que diciembre es uno de los hitos más importantes en la vida social de la historia argentina, y que es importante tener en cuenta. Sin lugar a dudas que corresponderá a los pensadores analizar aquella situación con la que se vive hoy en algunos países de Europa o en la primavera árabe”, sostiene.

Y acuerda en que “la participación popular del 19 y 20 de diciembre generó un cambio de paradigma: la implosión del modelo neoliberal, que da paso a otra cosa, que todavía está en conformación. Hasta donde llegará ese proceso, francamente no lo sé”.

• Mi mundo privado

Beatriz Demonte entonces no estaba sola. Pero seis meses después, sí: Oscar Montaldo, médico, delegado de los empleados del Hospital San Marín, su esposo, murió a los pocos meses del estallido de la crisis, y ella cree que ese final fue, de algún modo, producto de todo aquello, de toda esa revulsión social.

En 2001 Beatriz Demonte de Montaldo era secretaria general de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) y titular de la Central de Trabajadores Argentinos (ATE), así que estaba muy puesta en el centro de la escena. “Viendo hoy todo aquello, uno lo mira desde otro lugar, porque en parte la crisis ya quedó superada, pero en ese momento vivíamos situaciones muy dramáticas. Encima, nadie podía pensar en algo que pudiera superar el momento. Era tan cerrada la crisis, que no se podía pensar en salir, sino en sobrevivir como fuera. En ese dramatismo, lo mío fue terrible: la crisis coincide con el proceso de mi marido, que fallece a los seis meses”, cuenta ahora.

El proceso, nombra con esa palabra, proceso, al dolor, la enfermedad, la muerte. “Aquello fue como un detonante, algo que lo afectó. Oscar estaba trabajando en el Hospital San Martín, y era delegado, y le tocaba estar en una situación contradictoria: no dejar de atender a la gente que más lo necesitaba, pero a la vez ponerse al frente de las asambleas de trabajadores. Fueron días muy angustiantes”, recuerda.

Nombra otro dolor, la falta de justicia, la impunidad de las responsabilidades políticas por aquella debacle en la provincia. “Es muy doloroso que a esta altura tengamos todavía impunidad. Queda esa amargura”, en eso queda.

• Lo que costó

¿Tuvo costos económicos la crisis?. Marcelo Casaretto, que ahora es responsable de la Agencia de Recaudación Tributaria de la provincia, y en 2001 estaba al frente de la bancada de senadores justicialistas, dice que sí. Y dice esto otro también: la circulación de las cuasimonedas, como el Federal, supuso “el peor ajuste”.

“La emisión de cientos de millones de bonos, en definitiva, a quien afectó más fue a los que estaban obligados compulsivamente a recibirlos: Los ciudadanos se sacaban de encima los bonos, pero quien tenía que tomarlo, el empleado público y el jubilado, tenía que aceptarlos y pagar el costo de la depreciación en el mercado. Fue el peor ajuste, porque no se pagaban salarios, o se pagaban en monedas provinciales depreciada, que tenía quitas del 20 al 50% en el mercado”, sostiene Casaretto.

Así estaban las cosas. “El comerciante remarcaba los precios de lo que vendía, o si no directamente, había que ir con los bonos al mercado secundario. Por eso digo que la administración de De la Rúa y en la provincia la administración Montiel aplicaron un ajuste tremendo sobre el bolsillo de los trabajadores. De aquello se pudo salir en 2003, pero aún hoy, si vos mirás las cuentas de Entre Ríos, te encontrás con el hecho que la Provincia todavía sigue pagando capital e intereses del crédito que se tomó para rescatar los Bonos Federales”, asevera.

Y los bonos por ahí andan dando vueltas. Ocho años después de su salida de circulación, en 2003, le generan gastos al Estado: en las bóvedas del Nuevo Banco de Entre Ríos SA y del Banco Central de la República Argentina (BCRA) están depositados todavía 257 de los 260 millones que se pusieron en circulación en 2001. Por esa custodia, el Estado paga 60 mil pesos por mes, que acumulado desde 2003 a la fecha representa un pago de 5,7 millones de pesos.

• La matriz revuelta

Hubo causas de la macroeconomía que derivaron en el estallido social que derivó en el malhumor, asegura Julio Rodríguez Signes, fiscal de Estado de la Provincia, en 2001 presidente de la Cámara de Diputados, primero aliado al ex gobernador Sergio Montiel, fallecido el 1 de noviembre último, luego ubicado en la vereda de enfrente del arco político.

El país vivía en una burbuja: importaba más de lo que exportaba, y gastaba más de lo que tenía, y todo ese desbarajuste se arreglaba con más endeudamiento, sobre la base de una ficción: la convertibilidad que ataba el valor del peso al dólar. “Eso, en algún momento, explotó, y a partir de ahí se ensayaron distintas acciones que no funcionaron. El blindaje, el megablindaje, el canje, el megacanje, los ajustes sucesivos, las leyes de emergencia. Todo fracasó porque fracasó la renegociación de la deuda con los bancos y los organismos de crédito”, indica.

Sin más crédito para sostener el sistema, el Estado nacional y las provincias cayeron en una situación de desfinanciamiento, y, obvio, en cesación de pago, como Entre Ríos, que no pudo pagar salarios a los estatales entre junio y octubre de 2001, cuando salieron a la calle los Federales.

¿Por qué fue tan fuerte la crisis en la provincia? Rodríguez Signes le echa culpas a la administración Montiel: que fue poco abierto al diálogo, y además aplicó medidas desacertadas, como la ley de jubilación anticipada, que en vez de servir para achicar el gasto público, sólo se usó para nombrar más gente en el lugar de los que se iban. “No se adoptaron medidas de reducción del gasto como sí lo hizo Santa Fe, que vio la crisis antes, y no necesitó emitir bonos”, analiza.

¿Se aprendió algo de 2001? “Yo creo que sí –dice– y la prueba está en que en política económica estamos en un camino inverso al que estábamos en 2001. Eso es positivo”. (APF.Digital) 

Fuente: APF Digital