Secretos Bancarios

Historias de espionaje suizo y soplones bancarios

jueves, 20 de enero de 2011

Es casi una novela de espionaje. Un ex banquero suizo con sede en el Caribe como informante, un escándalo financiero que promete llegar a lo más alto, un juicio repleto de estrambóticas acusaciones cruzadas y la amenaza de una lista que pronto se hará pública.

Están todos los elementos del thriller. El banquero dice que lo han hecho seguir por investigadores privados en Zurich y que hasta lo han amenazado de muerte sería una buena idea que vayas a zambullirte bien profundo en el mar. El banco habla de una vendetta personal: un empleado resentido que no quiso someterse al detector de mentiras y que habría enviado un sospechoso polvo blanco a las oficinas por correo. Hasta se lo acusa de haber falsificado una carta membretada a la canciller alemana Angela Merkel en la que se le notificaba del cierre de sus cuentas.
El banquero es Rudolf Elmer y trabajaba para Julius Baer. Ayer fue juzgado primero y arrestado después en Zurich, tras haber abandonado su paradisíaco escondite en el Océano Indico. Después de ocho años al frente de la unidad de las Islas Caimán, Elmer descubrió que algo no le gustaba (no me di cuenta de lo que estaba ocurriendo). Y recurrió al nuevo niño terrible de la política internacional Julian Assange para revelarlo todo en WikiLeaks. 
La estrategia no es nueva. Elmer que en 2005 ya había pasado una breve temporada en prisión por violar las leyes suizas de secreto bancario publicó en 2008 una lista de 15 clientes en ese sitio, que fue cerrado provisoriamente por la justicia. Esta vez Assange ?quien se reunió cara a cara con Elmer por primera vez esta semana para la entrega de los datos aseguró que se tomaría su tiempo para revisar la información.
Pero Elmer no está solo. Se suma en realidad a una serie de ?soplones recientes. El caso más conocido quizás sea el de Bradley Birkenfeld, antiguo banquero del UBS que terminó empujando a la entidad a revelar datos sobre 4.450 clientes estadounidenses y a cerrar un acuerdo multimillonario con Washington para evitar un pleito legal. Hoy Birkenfeld es el único ciudadano de EE.UU. que cumple una condena (40 meses) por este escándalo colosal. 
Pero también está Heinrich Kieber, un empleado de base de datos del LGT Group, el banco real de Liechtenstein, que en 2008 robó información sobre clientes y la vendió a las autoridades. Alemania le pagó 5 millones de euros para desenmascarar a los evasores y trece países ya se beneficiaron con la filtración. Se dice que Kieber es hoy uno de los hombres más odiados en el mundo. Con paradero desconocido, en Internet se ofrecen 7 millones de euros por su cabeza.
Por último, está Herve Falciani, el experto en software de la unidad suiza del HSBC que envió el mail más caro de la historia al ofrecer a reguladores de toda Europa información sobre evasores. Se calcula que filtró datos sobre unos 24.000 clientes. Las autoridades están tan contentas con Falciani que hasta le ofrecieron una nueva identidad pero él ya ha dado varias entrevistas. No soy un Robin Hood. No soy un mercenario. Sólo actué como un ciudadano, dice. Hace apenas días trascendió que desde Valentino hasta Bulgari están siendo investigados gracias a Falciani.
El fenómeno ligado a la creciente presión global para desbaratar los paraísos fiscales y redefinir los límites del confidencialidad financiera desnuda dos realidades. Por un lado, la fricción diplomática entre países por la compra de datos robados. Pero también la importancia del factor humano. Un oscuro empleado del área informática, un banquero despechado por una promoción que no fue, pueden terminar siendo la mayor de las amenazas para el vilipendiado secreto bancario. 

Fuente: El Cronista