Política de estado

Dilma pone en marcha la salida de Meirelles del Banco Central con promesas de continuidad

martes, 23 de noviembre de 2010

El presidente del Banco Central (BC) mantendrá, en el gobierno de Dilma Rousseff, su status de ministro de Estado.

Henrique Meirelles, actual titular de la autoridad monetaria, no fue ni será invitado por la presidenta electa para continuar en el cargo. Meirelles puede asumir un ministerio del área de infraestructura, probablemente el de Transportes, pero su nominación depende de negociaciones con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado del gobierno, que prefiere sumarlo al gabinete como integrante de la cuota personal de la mandataria electa y no por la sigla. El director de Normas del BC, Alexandre Tombini, es quien suena con más fuerza para sustituirlo en el comando de la institución.

Esas informaciones, confirmadas ayer por altas fuentes del equipo de transición, ponen punto final a las reflexiones sobre posibles cambios en el área económica del nuevo gobierno, discutidas la semana pasada. Se decía que el BC podría perder la autonomía operativa que tiene desde 1999 para decidir sobre la tasa básica de interés (Selic) y para perseguir la meta de inflación definida por el Consejo Monetario Nacional, y que Guido Mantega, confirmado para seguir en el Ministerio de Hacienda, tendría influencia en la elección del directorio de la autoridad monetaria.

El cargo de presidente del BC tiene status legal de ministro desde el primer mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El cambio reforzó la autonomía de la entidad, a partir de que su directorio dejó de estar subordinado al Ministerio de Hacienda.

De todos los nombres que fueron presentados a Rousseff para sustituir a Meirelles en la presidencia del BC, el más cotizado es el de Tombini. Ayer, las mismas fuentes desestimaron otros dos nombres para asumir el comando de la autoridad monetaria: Octavio de Barros, economista jefe de Bradesco, y Fabio Barbosa, presidente de la Federación Brasileña de Bancos (Febraban).

Además de su preparación intelectual, a favor de Tombini cuenta la posibilidad de una transición tranquila, porque no precisará, como ocurriría con cualquier otro economista que entrara en el BC, de un tiempo de aprendizaje. Tombini es funcionario de carrera, fue quién armó el Departamento de Investigación Económica (Depep, sigla en portugués) de la institución en 1999 -un ancla importante del régimen de metas de inflación-, es especialista en política monetaria y tiene un buen tránsito por el equipo del Ministerio de Hacienda. Su nombre, que siempre fue el favorito de Meirelles para el cargo, es además bien aceptado por el mercado.

Contra su permanencia en la función que ocupa hace ocho años pesó el entendimiento de que, la semana pasada, se habría colocado por encima de la institución al supuestamente condicionar su permanencia a la reafirmación por parte de la presidenta electa del compromiso con la autonomía del BC. A Rousseff no le gustó lo que leyó en los diarios. “Meirelles demoró en reaccionar a lo que fue publicado y eso no fue bueno”, afirmó una fuente cercana a la presidenta electa.

El episodio se comparó al anuncio realizado por dirigentes del PMDB, de crear un “gran bloque”, una agrupación de partidos que convertiría a esa leyenda en la más fuerte en la Cámara de Diputados, con poderes para enfrentar al Partido de los Trabajadores (PT), que eligió la mayor bancada, e indicar nombres para el gabiente. Como hizo el PMDB, Meirelles aseguró que no impuso condiciones para permanecer en el BC, durante una conversación telefónica con la presidenta electa.

Pero el desgaste fue sólo otro elemento que reforzó la decisión que había tomado Dilma de cambiar la jefatura del BC. “Tiene que dar una nueva cara al gobierno”, justificó un ministro de Lula con acceso a la presidenta electa, recordando que el mismo criterio se aplicará, por ejemplo, para el cambio del ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorin (en su lugar, deberá asumir el actual secretario general de Itamaraty, el embajador Antonio Patriota).

La semana pasada, comenzó a tomar forma una idea defendida por los aliados de Mantega, de retirar al presidente del BC el status de ministro, concecido a Meirelles en 2004. Como ministro, Meirelles pasó a tener un foro judicial privilegiado en un momento en que se impulsaba en su contra una supuesta denuncia de evasión fiscal. Como se trató de una medida circunstancial, podría revocarse con facilidad, según esas fuentes. Pero la ofensiva fue desmontada.

A pesar de no ser común en los demás bancos centrales del mundo, el cargo de ministro dio a Meirelles el mismo status de Mantega, otorgándole independencia en relación al Ministerio de Hacienda y una relación directa con el presidente Lula. Mantega y Meirelles nunca se entendieron bien cuando se discutían asuntos como tasa de interés y definición de la meta de inflación.

El destino de Meirelles depende ahora de una reunión que tendrá con Rousseff esta semana. Está cotizado para asumir un ministerio del área de infraestructura. El problema es que el PMDB, que antes de la elección prometió sostener su indicación, ahora no quiere que Meirelles integre la cuota del partido en el futuro gobierno. A su vez, Rousseff no quiere que el presidente del BC sea un ministro de su cuota personal.

El PMDB asumió el compromiso con Meirelles cuando éste desistió de disputar con el presidente del partido, el diputado Michel Temer, el cargo de vicepresidente en la fórmula encabezada por Rousseff. En esa ocasión, Temer le aseguró que él sería el primer nombre del partido indicado para el nuevo gabinete.

Según altas fuentes, al presidente del BC le gustaría encabezar un ministerio que le diese, más adelante, proyección política. “A Meirelles le gusta armar proyectos”, contó una fuente. En caso de no participar del nuevo gobierno, Meirelles tiene un plan B: volver al sector privado con credenciales suficientes en base a su reciente experiencia para ser una especie de ‘Warren Buffett brasileño’, alguien que pueda ser una referencia, interna y externa, para la realización de inversiones en el país.

La presidenta electa debe concluir esta semana el armado del equipo económico. En el Ministerio de Planificación nombraría a Miriam Belchior, actual responsable por la ejecución del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) en la Casa Civil (coordinadora del gabinete). Dilma mantendría en sus cargos a los actuales presidentes del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Luciano Coutinho) y del Banco do Brasil (Aldemir Bendine).

En tanto, Rousseff definirá la próxima semana al núcleo de su gobierno, su entorno en la presidencia. El diputado Antonio Palocci (PT), principal coordinador de la campaña de la presidenta electa, asumiría la Secretaría General de la Presidencia, que ampliará sus poderes y atribuciones. Su función será escencialmente política. Tendrá la responsabilidad de negociar con los principales aliados políticos del gobierno los temas de interés de la nueva administración. A sectores del PT relacionados con el ex diputado José Dirceu les gustaría ver a Palocci lejos de la presidencia, pero Rousseff decidió darle un lugar prestigioso. “Dilma construyó una relación fuerte con Palocci”, afirmó una fuente. 

Fuente: El Cronista