EL CASO IRLANDÉS REEDITÓ EL MIEDO A UN CONTAGIO EN EL VIEJO CONTINENTE

La crisis de la deuda europea se prepara para su segundo round

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Después de varios meses de calma tras el brusco cimbronazo de Grecia a principios de año, los inversores comienzan a dudar de la capacidad de resistencia de Irlanda y Portugal. Y extienden su desconfianza a las deudas corporativas. La periferia de la zona euro amenaza con un nuevo shock

Como un fuego cuyas llamas no terminan de extinguirse del todo, la crisis de la deuda soberana de Europa están tomando nuevos bríos tras las últimas noticias que llegan de Irlanda y Portugal. Y que amenazan con hacer pasar otro principio de año bien caliente a la Unión Europea y a muchas de sus empresas, sospechadas de estar en situaciones tanto o más delicadas que varios de estos países.

Después de 6 meses de relativa calma, los mercados financieros ahora comienzan a preguntarse cómo hará el gobierno de Irlanda para llevar adelante el ajuste brutal que prometió para reducir sus excesivos déficit fiscal y endeudamiento. A principios de diciembre, el gobierno del Primer Ministro Brian Cowen deberá someter al voto del Parlamento su proyecto de Presupuesto, que contempla una reducción del gasto de u$s 20.000 millones en 4 años, lo que permitiría llevar el actual déficit público (¡del 32% del PIB!) a tan solo un 3% en 2014. A título comparativo, vale la pena tener en cuenta que el ajuste llevaría al déficit de Irlanda al mismo nivel que el que tenía la Argentina antes de que se desencadenara la crisis de 2001. Parafraseando a American Express, “pertenecer [a la UE] tiene sus privilegios”.

El primer problema para el gobierno irlandés reside en que cada vez menos analistas e inversores creen viable tamaño ajuste sin caer en default o recurrir a la ayuda de los socios europeos. Además, su mayoría en el Parlamento es muy limitada, de tan solo 3 votos, y encima antes de la crucial votación habrá una elección parcial en el país que le puede quitar esa precaria mayoría parlamentaria. De acuerdo con un relevamiento realizado por Reuters entre economistas irlandeses, el gobierno debería solicitar la ayuda a la UE antes de fines de 2011 por un monto global de u$s 70.000 millones, para poder provisionar los préstamos incobrables. Pero el Banco Central acaba de elevar sus estimaciones en la materia hasta los u$s 115.000 millones, señal de que tampoco aquí hay certeza del costo de la crisis.

El caso de Portugal no es tan dramático como el de Irlanda, pero su gobierno sabe que está caminando por la “cornisa” de los mercados financieros, ya que acaba de colocar deuda a la tasa más alta (7%) desde que forma parte de la zona euro. “Conscientes del nivel de nuestra deuda, no podemos ignorar las dificultades que debería enfrentar nuestro país si las tasas de interés se mantuvieran elevadas”, afirmó la semana pasada Fernando Teixeira dos Santos, ministro de Economía portugués. “Debemos concentrar nuestros esfuerzos en la reducción del déficit fiscal para no tener que recurrir al FMI”, agregó. El objetivo del gobierno es reducir ese déficit al 4,6% del PIB en 2011, desde un nivel actual del 7,3% del producto. Pero a diferencia de Irlanda, el gobierno del Primer Ministro José Sócrates ya alcanzó un acuerdo con la oposición para aprobar el proyecto de Presupuesto.

Como si esto fuera poco, otro problema que deberá enfrentar la UE es el efecto contagio que se está dando, no sólo de la deuda soberana griega a la irlandesa y portuguesa, sino también hacia las deudas privadas. Los inversores comienzan a mirar con cada vez más desconfianza las obligaciones negociables de empresas de varios de estos países debilitados, y más precisamente las ON de los grandes bancos irlandeses y portugueses.

Es así que el costo de los seguros de default (credit default swaps o CDS) sobre las ON emitidas por estas entidades no ha dejado de crecer en lo que va del año. En el caso de los dos mayores de Irlanda, el CDS del Anglo Irish Bank alcanza los 1143 puntos básicos y en el Allied Irish Bank, 1025 bp. Mientras que en los dos bancos más grandes de Portugal, el CDS del Banco Espírito Santo llega a 540 puntos y el del Banco Comercial a 537 bp (el promedio de los grandes bancos europeos se sitúa en los 110 puntos básicos).

En el caso de Irlanda, la situación crítica del sistema bancario es un lastre muy pesado para su gobierno, a los ojos de las calificadoras. “La baja en la calificación de Irlanda refleja el costo excepcional, y mayor que lo previsto, de la recapitalización de los bancos irlandeses, y más precisamente del Anglo Irish Bank”, según la agencia Fitch. Esta entidad, considerada hoy como la “bestia negra” del sistema bancario irlandés, ya se ha tragado el 60% del total de u$s 70.000 millones del paquete de rescate del gobierno, lo que es un monto enorme para un país del tamaño de Irlanda. Pero los tiempos cambian: hasta hace dos años atrás, el Anglo Irish era considerado un ejemplo por su agresividad para otorgar créditos, y muy especialmente al sector inmobiliario, que vivió una verdadera burbuja especulativa, similar a la que derivó en la crisis subprime en EE.UU.. Este boom, que hizo multiplicar por cuatro los precios de los inmuebles en una década, fue financiado sin miramientos por los bancos, a tal punto que los créditos al sector inmobiliario alcanzaron el 250% del PIB, el ratio más alto de toda la zona euro.

Para el gobierno irlandés, la actual resaca que se vive en el mercado de deuda es muy dura y puede llegar a costar el sistema financiero como un todo. De hecho, ya se sabe que el Anglo Irish Bank va a desaparecer para dar lugar a dos nuevas entidades: un banco minorista y otro que se quede con todos los activos tóxicos y sea liquidado de a poco. Con estas medidas, el gobierno irlandés reza para que el huracán financiero que hoy los azota siga su camino hacia vecinos más desprotegidos.

 

Fuente: El Cronista