Economía / Columna de opinión

Desorden monetario

martes, 09 de noviembre de 2010

En octubre del año pasado el stock de billetes en circulación ascendía a los $ 82.630 millones mientras que en el mismo mes de este año los pesos en circulación alcanzaron los $ 110.612 millones (en ambos casos los datos son promedio mensuales).

Puesto en otros términos, el circulante creció el 34% en un año. Pero al mismo tiempo, la deuda del Banco Central en Letras, Bonos y pases subió de $ 51.593 millones a $ 81.402 millones (también en promedios mensuales). Estamos hablando de un incremento de la deuda del BCRA del 57,8%. Es decir, el fenomenal aumento del circulante del 34% es a pesar del 57,8% de aumento de la deuda de corto plazo del Central.

Paralelamente el Gobierno argumenta que se canceló deuda por U$S 6155 millones aplicando la política de desendeudamiento, utilizando las reservas. Sin embargo, es bastante claro que por un lado el Central redujo su deuda en el monto mencionado utilizando las reservas del Central pero, al mismo tiempo, su deuda de corto plazo, tomando el tipo de cambio de ambos períodos, se incrementó en el equivalente a U$S 7092 millones. Al usar las reservas del Central para pagar la deuda en dólares y al mismo tiempo colocar bonos en pesos, el Central deteriora su patrimonio, salvo que se piense devaluar el peso en algún momento para licuar su pasivo. Lo concreto es que en un año se tomó más deuda de la que se canceló, por lo cual no existe tal política de desendeudamiento, o este desendeudamiento no se verificaría hasta que se produzca una devaluación que licue la deuda del BCRA. Por otro lado, siendo optimistas, el stock de deuda de $ 81.000 millones estaría generando intereses a pagar por no menos de $ 8000 millones al año. Tal vez un monto parecido al que se destina a la asignación universal por hijo mientras que las reservas no se colocan a esas tasas ni por casualidad.

Pero el dato relevante es la velocidad a la que está expandiendo moneda el Central. Emitir a una tasa del 34% anual inevitablemente conduce a un proceso inflacionario más agudo, por más que el Gobierno se empecine en negar que estemos en un proceso inflacionario y que si lo hay sólo afecta a los sectores de mayores ingresos.

Es de manual de economía que todo proceso inflacionario siempre afecta a los sectores de menores ingresos, algo que viene ocurriendo particularmente en el rubro alimentos, que es el tipo de bienes al que más dinero destinan de su presupuesto los sectores más humildes.

De lo anterior se desprende que son los sectores de menores ingresos, sin representación gremial (jubilados, trabajadores en negro, etc.) los que financian, pagando el impuesto inflacionario, el tipo de cambio en valores cercanos a los 4 pesos por dólar y el déficit fiscal que en los últimos 12 meses llega a los $ 30.500 millones cuando se elimina la contabilidad creativa.

Digamos que el Gobierno es progresista con los que tienen representación gremial y regresivo con quienes no tienen representación gremial.

El punto a resaltar es que el descontrol en el aumento del gasto público (40% de aumento anual) y la ausencia de recursos genuinos para sostener el tipo de cambio en los mencionados 4 pesos ha llevado a un desorden monetario que no es menor.
Con una inversión mínima en el sector real de la economía que impide el incremento de la oferta de bienes y esta expansión monetaria, no debe sorprender que la inflación siga creciendo y en octubre se haya acelerado aún más.
Si uno piensa en este desorden monetario que acelera la inflación y en las tarifas de los servicios públicos que están "pisadas" y que en algún momento habrá que sincerar, el escenario de mediano plazo es preocupante. 

Fuente: La Nación