Finanzas

El Banco Central Europeo y la Reserva Federal profundizan cada vez más sus diferencias

viernes, 03 de septiembre de 2010

El economista Luis Palma Cané plantea que mientras que el primero avanza a ultranza en su postura fiscalista, la FED busca consolidar el crecimiento

En el día de hoy, y tal como se esperaba, el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener su tasa de referencia en 1%. Más allá de lo acertado de esta decisión en materia de tipos de interés; un análisis detallado de la declaración oficial de la entidad permite advertir que la misma mantiene en un 100% su fundamentalismo monetario.

En efecto, explícitamente, aclara que el objetivo prioritario de su política consiste en mantener la estabilidad de precios en el mediano plazo (con un techo del 2% anual) y, para ello, considera como imprescindible encuadrar los actuales desbalances fiscales dentro de los parámetros de Maastrich: máximos del 3% de déficit y de 60% de ratio deuda pública/PBI.

En lo que hace a los niveles de actividad, su postura monetarista a “ultranza” sostiene que, sólo una vez que se logre ajustar las cuentas públicas, se restablecerá la confianza y sólo a partir de allí se podrá lograr un sendero de crecimiento sostenido.


Como consecuencia lógica de esta posición, los países miembros no sólo han sido “inducidos” a dejar de lado las políticas fiscales de estímulo (las cuales, por cierto, en su momento evitaron que la recesión 2007/2008 se convirtiera en una depresión macroeconómica) sino también a hacer todo lo contrario; esto es: aumentos de impuestos, baja del gasto público, reducción de salarios y de prestaciones sociales, entre otras medidas.
Es más, en algunos casos los ajustes exigidos de los actuales déficits fiscales (Grecia, Irlanda, entre otros) han sido realmente “salvajes”: reducirlos, por ejemplo, del 12% al 3% en no más de tres años!. Nadie discute la importancia de equilibrar las cuentas.

Sin embargo, lo esencial aquí es precisar el “timming” del ajuste. En nuestra opinión, estando la Eurozona inmersa en un escenario de una aún muy frágil recuperación, resulta altamente peligrosa la estrategia “monetarista” definida: obviamente, el equilibrio fiscal contendrá las presiones inflacionarias, pero también podría provocar la caída en una nueva recesión que- sin duda- sería más profunda y duradera que la anterior.

En ningún párrafo de la declaración oficial se puede advertir ni siquiera una mención acerca de la necesidad de retomar, si eventualmente fuera necesario, las políticas fiscales anticíclicas.

Dicho esto, queda claro que en el corto plazo toda la artillería del BCE está dirigida a restaurar el equilibrio fiscal y mantener la inflación en niveles menores al 2%.

Como ya se ha comentado al inicio de esta nota, según la visión de la entidad, esta estrategia permitirá restaurar la confianza y -en consecuencia- es condición necesaria para retomar en el mediano plazo un sendero de crecimiento sostenido.

Por su parte, la posición de EE.UU. es exactamente la contraria: consolidar primero el crecimiento y, una vez lograda esta meta, ir reduciendo gradualmente y a mediano plazo los desbalances fiscales.

Ambas posiciones tienen sus riesgos: en la Eurozona caer en una nueva recesión antes que se regenere la confianza; en EE UU provocar un incontrolado déficit fiscal que podría llevar a insostenibles presiones inflacionarias.

En nuestra opinión, entre ambas opciones, la más apropiada es la de EE.UU.; no sólo porque la probabilidad de su riesgo es menor sino porque además -de producirse- es más manejable un incipiente desborde inflacionario dentro de un proceso de crecimiento que una nueva recesión con crecientes niveles de desempleo que , incluso, podrían dar lugar a serios conflictos sociales y políticos.  

Fuente: iProfesional