Finanzas

Si usted saca una tarjeta para comprar a 50 cuotas, sepa los fuertes gastos que enfrentará

martes, 06 de abril de 2010

Poder cancelar un producto sabiendo que en el 2014 seguirá pagando lo mismo que hoy, es tentador en un país con inflación del 25%. Ventajas y desventajas

 “Pagás la primera cuota hoy y la última en el 2014”. “Siempre la misma y en pesos”. Esos pensamientos son los que dan vueltas y vueltas por la mente de Federico desde hace varios días.


Hace rato que tiene ganas de comprar un artículo electrónico que necesita para su hogar. Y la avalancha de anuncios que promocionan las “50 cuotas sin interés”, parecen ser una señal que le preanuncian que el momento ha llegado.

Finalmente se decide. Pero se encuentra con un pequeño detalle. El banco con el que Federico opera, y donde él tiene la cuenta sueldo, no es el que lo habilita a acceder a la promoción.

Entonces decide hacer los trámites para sacar otra tarjeta, es decir, aquella que necesita para poder cumplir con su tan ansiada compra.

Federico está acostumbrado a manejarse con el plástico que tiene desde hace ya varios años, aquél que le habilitara la entidad en donde cobra su salario y en la que tiene caja de ahorro y cuenta corriente.

Por ello, ya sabe de antemano, que no le va a dar mayor uso al nuevo. Sólo lo necesitará para esta adquisición puntual para luego dejarlo “cajoneado” en algún lugar.

Al fin de cuentas, no es un comprador compulsivo y se sentiría un poco incómodo operando en simultáneo con dos plásticos de forma permanente.

Así como Federico, hay una gran cantidad de argentinos “multiplásticos” que, al ver que su tarjeta no es la misma que aquella que ofrece el beneficio puntual al que quieren acceder, deciden hacerse de otras. Sólo para aprovechar una promoción.

Ahora bien, el comprar ese artículo electrónico en 50 cuotas obligará a Federico a un compromiso no menor: el de permanecer durante los próximos cuatro años vinculado con la nueva entidad.

Salvo que decida cancelar su deuda con antelación, una práctica que, en general, no es muy común.

“Con estas promociones, los bancos logran prolongar el vínculo y lo extienden durante todo el plazo que dura la financiación”, apunta Gustavo Giraldez, de zonaBancos.com.
Cinco años, juntos
Durante tan prolongado lapso de tiempo que se requiere para cancelar la totalidad de las cuotas (12, 24, 48, 50 y hasta 60), el usuario deberá afrontar cargos administrativos mensuales.

En el caso de Federico -que finalmente se decidió por la compra de un LCD a 50 meses- deberá pagar el seguro, resúmenes de cuenta y costos de renovación anual correspondientes… también hasta el 2014.

Las cifras mensuales resultan, a simple vista, pequeñas. No así la acumulada.

Si se consideran los valores de mercado que se cobran por cada uno de los cargos mencionados, resulta que los beneficios logrados por el consumidor al diferir el pago en el tiempo quedan –en parte– contrarrestados por estas erogaciones mensuales.

Por ello, no alcanza con analizar solamente las tasas cobradas por las entidades, sino que se debe realizar un examen más exhaustivo, considerando la totalidad de los costos relativos a la utilización de un nuevo plástico y el uso que se le dará al mismo.

También, debe tenerse presente con qué entidad se contrae el compromiso: al respecto, según un relevamiento de zonabancos.com, aquellas llamadas “no financieras” cobran casi un 30% más de cargos mensuales que los bancos de primera línea.

Resúmenes y renovaciones, en cifras

Resúmenes: uno de los cargos que suele pasar desapercibido para muchos usuarios es el costo de envío del resumen, que pueden ir desde los $144 anuales ($12,00 mensual) a $264 por año ($22 mensual), según datos informados por el propio Banco Central.

Sólo el usuario lo evita si tiene el saldo en cero. Pero no es el caso de Federico que, mes a mes, recibirá el monto de la cuota correspondiente al período.

Ahora bien, si se consideran las 50 cuotas que se ofrecen por la compra de un electrodoméstico, debe tenerse presente que a lo largo de ese tiempo se habrá pagado -por tales envíos- un acumulado que va desde los $600 ($12 mensual) a los $1.100 ($22 mensual).

Para un LCD de 32”, cuyo valor de contado oscila entre los $3.500 y los $4500, esos $1.100 vendrían a representar un 27,5% del valor del producto (para el caso de los $600 enunciados sería el 15 por ciento).

Renovación: otro elemento que “pisa fuerte”, que se sumaría al anterior, serían los costos de renovación anual.

Si se tiene en cuenta el universo de las tarjetas clásicas, el gasto promedio asciende a los 350 pesos. Aunque algunas entidades llegan a cobrar cerca $750, como es el caso del BBVA Francés, un jugador muy activo en estas tan anunciadas promociones.

Vale decir: si se consideran las 50 cuotas (4 años y fracción), el usuario deberá pagar, entonces, un total de $1.400 ($350x4).
¿Cuánto se deberá pagar finalmente?
Vale decir que:

Entre el cargo por envío del resumen
Y la mencionada renovación
Aquellos que, como en el caso de Federico, sacaron una tarjeta para comprar un determinado producto a 50 meses -para luego mantenerla inactiva- deberán afrontar un gasto que se moverá en la franja de $2.000 a los casi 2.500 pesos.

Para el ejemplo del LCD de 32”, sólo estos dos ítem equivalen a entre el 50% y el 62% del precio que se ofrece por dicho artículo por pago contado.

Claro está, todo esto sin considerar el costo de franqueo, seguro de vida, etc.

La única forma que tiene para prorratear estas erogaciones será, justamente, comprando más, aunque esto no forme parte de su idea inicial.

”Hay gente que tiene tres o más tarjetas. Y no detalla en los gastos que debe afrontar y cuánto terminan representando los mismos de las compras que finalmente hacen”, explica el directivo de una consultora de primer nivel, especializada en consumo.

¿Cómo juega la inflación?
Beneficia al usuario respecto a que la cuota número 50 -que pagará en el 2014- será la misma que la número 1. Por tal motivo, en un país con un índice que este año rondará el 25% anual, la adquisición del producto resulta más que tentadora.

Como contrapartida, ese valor fijo viene a chocar con otro variable.

En efecto, el usuario no sabrá, a ciencia cierta, cuál será el gasto de resumen, renovación, seguros, etc. que deberá afrontar dentro de unos años, atado al producto que compró en 2010.

Más aún, si se es un cliente no habitual de la entidad, como es el caso de aquél que ha adquirido un solo producto para luego “cajonear” el plástico.

Cargos por renovación
Tomando en cuenta a los “top ten” del sistema, el ranking por mayores costos de renovación anual lo encabeza el BBVA, con un monto de $750, seguido por Galicia (720 pesos).


En sentido inverso, el Macro aplica una comisión de $96 y el Credicoop de 140 pesos.

Cabe aclarar que, en general, las entidades pueden llegar a bonificar dicho costo para el primer año de uso de la tarjeta a los clientes que operan con asiduidad.

Pero luego, ya a partir del segundo, la opción que ofrecen es abonarlo en 3 cuotas.

Quién es quién
Según información relevada por zonaBancos.com, de los 245 productos ofrecidos (tarjetas de distintos tipos como ser Visa, Mastercard, Amex y regionales, todas ellas en sus versiones gold, prefer, black, entre otras), 92% son emitidos por entidades y compañías financieras.

De ese total, casi un 40% se concentra en las primeras 10 entidades:

 

 

Dicho cuadro pone en evidencia que los primeros 10 emisores son entidades financieras.

Préstamos personales vs. tarjetas
Entre las razones que explican la preferencia por parte de los clientes por el plástico puede destacarse que, a diferencia de lo que ocurre con los préstamos personales, su tramitación se realiza sólo una vez y permite realizar sucesivas operaciones, sin necesidad de cumplir con engorrosos trámites burocráticos.

A ello se suman dos factores adicionales:

El primero, para nada menor, es que la tasa de interés que cobran las entidades, sin incluir en este caso otro tipo de gastos, es menor que la que se aplica a los préstamos personales.

El segundo es que es mucho más estable que la de éstos últimos.
En efecto, si se comparan ambas, se observa que:

Para las tarjetas, la tasa de interés se movió en los últimos años en un rango que osciló entre el 26 y el 31 por ciento.

En tanto, para los préstamos, los mínimos y máximos se movieron en un rango mayor: del 24 al 37 por ciento.
El siguiente cuadro permite apreciar la evolución de los intereses cobrados en ambos casos y cómo se ha ido achicando la brecha entre ambos:

De acuerdo a la información correspondiente a marzo, las tasas de interés por financiación de saldos, es decir aquella aplicada sobre el componente impago -entre la fecha de vencimiento y la de pago o próximo vencimiento- ascendió a casi el 35% nominal anual.

Claro está que éste es simplemente el promedio, pues existe una muy marcada distorsión entre las entidades.

Del relevamiento publicado por el Banco Central surge que los máximos se registran en Capital del Plata, con el 85%, seguida por GE (66,9%) y Credilogros (65 por ciento).

En el “top ten” de los bancos la cuestión es mucho más pareja, ya que la tasa que se cobra por financiar saldos impagos oscila en un rango que va del 27,5%, en el caso del Credicoop, hasta un máximo del 34,5% para el Patagonia.

Tarjetas vs. Plazos fijos: de 1,7 a 3
Uno de los puntos más cuestionados por parte de los clientes bancarios es la fuerte brecha que existe entre la tasa de los plazos fijos y la que cobran los bancos.

Al respecto, cabe destacar:

Hacia fines del 2008 la tasa que se pagaba por las tarjetas era 1,7 veces superior a la de los plazos fijos.

Pero a lo largo del 2009 esta apertura se fue incrementando en forma notoria, hasta alcanzar su máximo en los primeros meses del 2010, y llegar a 3,1 veces.

 

El mercado del plástico
En el último año se mantuvo la tendencia creciente en cuanto al número de clientes y plásticos en circulación.

De acuerdo a la información brindada por el Banco Central, a fines del año pasado el número de titulares ascendía a 13 millones y la cantidad de plásticos sumaba cerca de 20 millones.

Es así como, el hecho de sacar una tarjeta para aprovechar alguna de las promociones vigentes en el mercado y así avanzar en la compra de un determinado producto, puede llevar al usuario a incurrir en una serie de gastos que contrarresten parte del beneficio alcanzado.

Tal es el caso de Federico, un personaje imaginario pero que a su vez representa la realidad de muchos argentinos.

Fuente: iProfesional