FINANZAS

Chau, desendeudamiento: el canje oxigena al Gobierno pero no lo salva

lunes, 29 de marzo de 2010

Economía deberá cubrir este año una brecha financiera de hasta US$ 6000 millones, que podrá saldar sólo en parte emitiendo deuda; para el resto, seguirá dependiente del BCRA, la Anses y el Nación

 La imagen que se viene a la mente es la de un paciente rodeado por médicos que arriesgan una cura para un mal tan temido como conocido y de cuyo diagnóstico nadie duda. Sólo que en este caso el éxito o fracaso del remedio aplicado no afectará sólo a una persona, sino que permitirá vivir mejor a 40 millones de habitantes, aquejados por el aumento sostenido y generalizado de los precios, que se resume en una sola y aterradora palabra: inflación.
El síntoma que más preocupa por estos días es el aumento de un 35% en el precio de la carne, plato predilecto en la mayoría de las mesas argentinas. Pero no es el único, ya que prácticamente ningún producto de la canasta queda a salvo de la remarcación. La inflación de enero ha sido la más alta en ese mes desde 1992 y llegó a superar el 2 por ciento. La de febrero ya tendría un piso de 1,5 por ciento. En alimentos, fundamental para determinar el nivel de pobreza e indigencia, puede ser el doble.
A contramano de lo que opina la mayor parte de los economistas consultados por LA NACION, el médico de cabecera, el Gobierno, parece empeñado en ratificar su tratamiento y delegar gran parte de él en las manos del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Partidario de un acérrimo control de precios, de la entrega de subsidios y de la restricción de las exportaciones, el polémico funcionario lleva adelante desde hace casi cuatro años las negociaciones que involucran a los precios y servicios de primera necesidad. El jueves último tuvo un nuevo espaldarazo cuando desde la Casa Rosada ratificaron esas medidas.
En lado opuesto, la ortodoxia económica sostiene que así no sólo no se baja la fiebre, que sería apenas un pequeño paso en una curación más integral, sino que se la aviva todavía más y se conduce a un colapso que afectará todas las áreas de la economía, hasta hacer imposible, por ejemplo, el pago de la deuda. Pero ¿qué se propone desde la otra vereda? Una estrategia de pinzas que ataque a la inflación
Siete años y seis ministros de Economía hicieron falta para terminar lo que Roberto Lavagna había anunciado en la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Dubai, en 2003. En el medio, hubo embargos contra la Argentina, intervención del Instituto de Estadística (Indec), préstamos bolivarianos, estatización de las AFJP, cuestionamientos de la Comisión de Valores de EE.UU. (SEC)... Pero a partir del canje de deuda con los holdouts (quienes rechazaron en 2005 la quita del pasivo en default desde 2001), la Argentina dará el primer paso para volver a acceder a los mercados internacionales; para muchos, un poco de oxígeno a la fatiga fiscal del Gobierno.
"El mayor aporte del canje es despejar el horizonte más allá de 2010. Es simple: el que se puede endeudar, puede pagar", opina Ramiro Castiñeira, de Econométrica. "Tras la crisis, casi ningún país tiene superávit fiscal y, sin embargo, son pocos los gobiernos cuya capacidad de pago se pone en duda; ello es porque tienen acceso a los mercados financieros."
Desde el Ministerio de Economía se engolosinan con la idea. Desde noviembre de 2007, el Gobierno no emite un bono fuera de lo que son sus colocaciones intra sector público (la Administración de la Seguridad Social, Anses; la de Ingresos Públicos, AFIP; Lotería Nacional, PAMI, entre otras agencias gubernamentales). Sólo como parte del canje con los holdouts, el Gobierno proyecta colocar un título por el que recaudará US$ 1000 millones y, según el programa financiero que delineó el equipo de Amado Boudou, en lo que resta del año también se sumarán más canjes de títulos cortos (como el Boden 2012 y el Bonar 11) en circulación por bonos de más largo plazo, y nuevas emisiones de deuda tanto en el mercado local como en el internacional.
El problema, según coinciden los economistas, es que el gasto del Gobierno aumenta demasiado rápido y regularizar la situación de la deuda en default no parece por sí sola la solución milagrosa para las deterioradas cuentas públicas. En 2009, por primera vez en siete años, el Gobierno cerró con déficit y, según los analistas privados, este año los ingresos tributarios tampoco alcanzarán este año para cubrir las erogaciones, sino que Economía deberá financiar una brecha que iría entre 3500/6500 millones de dólares. Aunque la cifra tampoco está "cerrada", dado que el gasto público probó ser en el último tiempo todo menos estático.
"Nuestro escenario es que es posible colocar y canjear deuda, pero van a poder colocar 2000 millones de dólares, no 6000 millones", señala Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein. Para los analistas, si bien la Argentina puede transformarse en una inversión financiera atractiva (pero riesgosa), lo será siempre en menor medida que otros países de la región. Así, pese a que Boudou dijo que la Argentina podría financiarse a tasas de interés de un dígito una vez alcanzado el acuerdo con los holdouts , el costo de fondeo de la Argentina se mantendrá por encima del de países como Brasil, Chile, El Salvador o Guatemala. "La situación de deuda de Brasil es peor que la de la Argentina, pero Brasil no tiene problemas estadísticos, ni inflación ni gasto tan creciente", aclara Alberto Ramos, del banco Goldman Sachs, que coincide en que "[la Argentina] algo podrá emitir de deuda para completar el programa financiero, pero en el margen".
La probabilidad de que se dé un ajuste de la liquidez mundial también condicionaría las posibilidades de que la Argentina solucione sus problemas financieros exclusivamente recurriendo a los mercados de crédito. Hoy, las tasas de interés en el mundo desarrollado se encuentran históricamente bajas, pero no son pocos los economistas que advierten que podrían subir una vez que los gobiernos comiencen a retirar del mercado los planes de estímulo que implementaron durante la crisis. Según Rogelio Frigerio, de la consultora Economía & Regiones, para la Argentina, como para el resto de los países emergentes, esto podría traducirse en un menor flujo de fondos. Lo mismo si empeora la situación de los llamados PIGS europeos (Portugal, Irlanda, Grecia y España).
"La Argentina tiene una ventana de oportunidad para financiarse en los mercados durante tres o cuatro meses. Después, los mercados se sacarán la miopía que tienen sobre la situación fiscal del país", alerta el economista Miguel Angel Broda. Un informe de la consultora ACM indica que "la manipulación del Indec, el creciente deterioro fiscal, los mayores conflictos políticos y las dudas sobre la política monetaria demuestran que el principal problema que muestra la Argentina a los mercados es la incertidumbre".
Desacelerar, no ajustar
¿Cómo se cierra luego el programa financiero del Tesoro este año? Según un informe de la consultora Prefinex, sólo los aumentos de sueldos y de empleados públicos en 2009, los incrementos en las jubilaciones por la ley de movilidad, las subas de las asignaciones familiares y el subsidio a la niñez aseguran un piso para el incremento del gasto público este año del 13,6%. Las erogaciones restantes, dependientes de la discrecionalidad del Gobierno (como los subsidios y la inversión pública), definirán la tasa de crecimiento agregada de esta variable. Para Prefinex, la evolución del gasto podría estar en torno a 25%, pero economistas como Broda creen que podría llegar a trepar a 34%, ya que a su juicio acceder al mercado le dará al Gobierno vía libre para gastar más. "[Néstor] Kirchner es un vampiro que agota las fuentes de financiamiento. Si le falla un cuello, va por otro", ilustra Broda, que, sin embargo, considera que el Gobierno no tendrá inconvenientes para cerrar su programa financiero de 2010, sin default. Es una creencia generalizada de los economistas.
La elección de las fuentes de financiamiento estará ligada a la evolución final del gasto. La mayoría de los economistas coincide en que, producto de la cosecha récord de soja, los ingresos tradicionales podrían crecer a un ritmo del 25% anual. Al mismo tiempo, descuentan que los organismos internacionales renovarán prácticamente todos los vencimientos de deuda. "También hay intereses que vencen con el sector público. En ese caso, no hay que pagarlos, se pueden capitalizar, lo que da más aire", agrega Alfredo Gutiérrez Girault, del Instituto de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
Así y todo, las cuentas no cerrarían. Para cubrir la diferencia entre un gasto que crece a un ritmo bastante más acelerado que los ingresos, es que Economía dependerá de las cajas de otros organismos del Estado, como Anses o AFIP, de las utilidades que pueda girarle el Banco Central ($ 20.000 millones), de los créditos del Banco Nación (podrían ser otros 11.000 millones) y de los adelantos transitorios del BCRA. Para algunos economistas, exprimidas estas fuentes de financiamiento, la ecuación podría cerrar. Aunque también está el polémico Fondo de Desendeudamiento (US$ 4382 millones de reservas del BCRA) para el pago a bonistas que creó Cristina Kirchner el 1° de este mes.
Daniel Marx, de la consultora Quantum Finanzas, aclara que "las alternativas barajadas de recurrir a transferencias desde el Banco Central terminan llevando a una importante y creciente erosión del poder adquisitivo de los pesos (por efecto de la inflación), perjudicando a aquellos que los reciben o tienen entre sus activos". De ahí que varios economistas directamente estén sugiriendo solucionar los problemas financieros, no apelando a nuevas fuentes de fondeo, sino más bien con una desaceleración del gasto. "Con nuestra proyección de crecimiento de los recursos tributarios (de 25%), un crecimiento consistente del gasto se ubicaría en torno a 20% anual. Esta trayectoria permitiría generar un ahorro de $ 20.000 millones en relación al escenario donde el gasto crece al 28%. Es casi el monto de reservas que se pretende asignar al Fondo de Desendeudamiento", señala un informe de Bein. "La disyuntiva no pareciera ser entonces la de ?ajustar o ser progresista´, sino la de ejercer una administración razonable de los recursos."
Castiñeira coincide: "El Gobierno tiene que proponerse a recuperar el superávit fiscal sin que ello implique un ajuste. Aflojar con el acelerador es distinto de tocar el freno. Desacelerando el ritmo de crecimiento del gasto podría recuperar parte del superávit". Con el gasto creciendo 25% o 30%, 2010 podría cerrarse financieramente. El desafío, dice Miguel Kiguel, de la consultora Econviews, es 2011: el Gobierno precisará US$ 10.000 millones y las provincias, 5000 millones. Aunque uno de los mayores vencimientos de deuda cae el 15 de diciembre. Tal vez, para entonces, ya no sea problema del kirchnerismo.

Fuente: La Nación