BCRA

El verdadero nivel de reservas que custodia el Banco Central

lunes, 25 de enero de 2010

El Gobierno impuso el concepto de “libre disponibilidad” para tomar reservas. Pero ¿cuánto dinero “libre” tiene el BCRA?

 Sobran reservas en el Banco Central? Parecería que sí, ya que es lo que se desprende del intento del Gobierno de meter mano en las reservas “de libre disponibilidad”.

Todo surgió con el DNU 2010, frenado ahora por la Justicia, según el cual sobrarían reservas por unos US$ 16.000 millones porque de los US$ 48.000 millones que informa el BCRA, a $ 3,80 por dólar, se necesitarían apenas 32.000 millones para respaldar la base monetaria.

Este cálculo abrió el primer alerta entre los especialistas porque si bien se constituía el Fondo Bicentenario con US$ 6.965 millones, ese DNU hubiera dejado abierta la puerta para que, a través de un decreto simple, el Gobierno pudiera alzarse con los otros US$ 9.000 millones. Además, en un contexto de tipo de cambio flexible, bastaría que el Gobierno devaluara el peso para automáticamente “crear” más reservas excedentes.

Pero, ¿la Argentina tiene esas divisas excedentes? De los US$ 48.000 millones, hay unos 7.300 millones que corresponden a los encajes en moneda extranjera que los bancos deben depositar en el BCRA como contrapartida de los depósitos que recibe. O sea, tienen como contrapartida una deuda con esos bancos.

“Los pasivos con Basilea (BIS) también deberían ser tenidos en cuenta. El BCRA concertó operaciones con el BIS durante 2008 y el primer trimestre de 2009 para moderar el impacto de la fuga de capitales en las reservas, y aunque canceló una parte entre abril y septiembre, esa deuda asciende a unos US$ 3.000 millones. Así, parte de los activos en dólares deben estar disponibles para evitar un descalce de monedas con este pasivo”, señala un informe de Ecolatina. Así, las reservas “excedentes” rondarían los US$ 5.500 millones

Pero dentro de las reservas, hay otros 2.500 millones que corresponden a los DEG (Derechos Especiales de Giro) girados por el FMI que el Tesoro colocó en el Banco Central, a cambio de recibir divisas para pagar deuda –una gran parte se usó para pagar el cupón PBI en diciembre. Para vender esos DEG a dólares, el BCRA debería pedir la autorización al FMI y, de obtenerlo, la Argentina perdería participación en ese organismo.

Así, las reservas líquidas “excedentes” serían de apenas US$ 3.000 millones, por debajo del Fondo del Bicentenario. Ecolatina agrega que “además, y como quedó demostrado en épocas pasadas, el BCRA no puede limitar las reservas sólo a cubrir la base monetaria ya que ante un escenario de corrida, por el efecto multiplicador que tienen los depósitos, peligraría la estabilidad cambiaria y financiera”.

Así, se incluyen las Notas y Letras (Nobac y Lebac) colocadas a manos de un año –una deuda del BCRA–, en lugar de reservas excedentes habría un faltante US$ 10.000 millones.

En situaciones normales, esa relación entre reservas y base monetaria más Lebac-Nobac puede tener desvíos. Pero en situaciones críticas, externas o internas, podría impulsar un fuerte aumento de la tasa de interés y/o incentivar una presión devaluatoria si la gente, las empresas y los bancos salen a comprar dólares.

Otro dato es que ya el Banco Central está “empapelado” por el Gobierno que ya le dio préstamos por US$ 23.000 millones (entre otros para pagar al FMI y Adelantos Transitorios) y ahora pide casi 7.000 millones más.


Voces y opiniones

Maximiliano Castillo Carrillo, de ACM Consultores, considera “positivo que el Gobierno ahora haya decidido, en línea con lo que dispone la Carta Orgánica del BCRA, consultar al Congreso sobre la remoción de Martín Redrado. Sería bueno que acate a la Justicia con la discusión de la cuestión de fondo que es el DNU 2010. Dada la incertidumbre que genera esta iniciativa, sería deseable convocar a sesiones extraordinarias. Sin embargo, mientras que no se disponga de las reservas, la cuestión puede esperar, pero al costo de otra contradicción por parte del Poder Ejecutivo ya que esta espera de casi dos meses se opone claramente a la urgencia con que inicialmente se justificó la medida”.

Específicamente Castillo Carrillo propone que “sería deseable que se discuta si la actual definición de Reservas de Libre Disponibilidad es acertada o no. La definición actual es la misma que cuando regía la convertibilidad del peso con el dólar a una paridad fija y que hacía a la política monetaria pasiva. Ahora que se recuperó este instrumento, sería un buen momento para pensar qué grado de cobertura deberían tener los pasivos no monetarios que el BCRA emitió como instrumentos de regulación monetaria”.

En síntesis, “toda decisión que deteriore el balance del BCRA debe ser bien meditada, toda vez que si se incurre en más errores podría tener efectos inflacionarios importantes tanto vía un aumento inconsistente del gasto público, que no deja de romper record históricos en todas las formas de medirlo, como vía mayor emisión monetaria”.

También el economista Raúl Cuello advierte que “aludir a ‘divisas de libre disponibilidad’ supone estar atados ideológicamente al régimen de convertibilidad que terminó entre nosotros de una manera traumática. El régimen cambiario actual es de flotación administrada y el BCRA no está comprometido a comprar y vender divisas a un tipo de cambio fijo por lo que relacionar el stock de reservas con la base monetaria y suponer que el excedente puede disponerse libremente es una entelequia. En el caso particular de Argentina, entre otras cosas, porque no hay un solo dólar de libre disponibilidad como lo supone el decreto 2010/09”.

Con las cifras en la mano, Cuello dice que “las reservas al 19 del corriente mes suman US$ 48.085 millones, que se acrecentarían en US$ 295 millones si se recuperaran los redescuentos y adelantos concedidos a las entidades bancarias. Es decir que “dispondríamos” de US$ 48.380 millones. Pero el BCRA compró divisas con pesos que esterilizó al colocar Nobacs y Lebacs en el sistema financiero y que totalizan el equivalente a US$ 12.232 millones, que constituye un pasivo de corto plazo. A esta suma se le deben agregar los encajes por depósitos en dólares en las entidades por US$ 11.914, con lo que las reservas netas alcanzarían a sólo US$ 24.234. En tanto, el dinero en circulación más los depósitos en el sector privado totalizan $ 236.700 millones, que en dólares equivalen a US$ 62.125 millones (al tipo de cambio de $ 3,80), un monto que es claramente superior a las reservas netas reales”.

Cuello concluye que “resultaría sumamente peligroso para un país de mala imagen internacional como ‘defaulteador serial’, indisciplinado en el manejo de su régimen rentístico, de baja calidad institucional y en camino de un proceso de inflación que se acelera, considerar las reservas internacionales como un recurso más del que puede disponerse sobre la base de planteos ingenuos”.

Para Rogelio Frigerio, de Economía & Regiones, el Fondo del Bicentenario se hubiera financiado con las llamadas reservas de “libre disponibilidad” que se calculan a partir de determinar un nivel de reservas que se estima óptimo, equivalente al 100% de la base monetaria. También hay otros indicadores alternativos: reservas equivalentes a cuatro meses de importaciones; al 50% del circulante; al 25% del circulante más depósitos a la vista (caja de ahorro + cuenta corriente) y a un año de vencimientos de deuda (capital + intereses). Siguiendo este criterio, las reservas más que duplicarían el nivel óptimo, ya que equivalen a trece meses de importaciones, duplican la circulación monetaria e igualan la circulación monetaria más los depósitos a la vista. Adicionalmente, las reservas alcanzarían para pagar todas las obligaciones de capital e intereses del sector público en 2010 y 2011”.

Sin embargo, agrega Frigerio, “después de la secuencia de crisis cambiarias y financieros de los años 90 (México 94; Asia 97; Rusia 98; Brasil 99; Argentina 2001/2002), la teoría económica desarrolló un nuevo y más sofisticado enfoque para calcular el nivel de reservas óptima y por ende las reservas excedentes: un análisis de costo beneficio. Y si se tiene en cuenta que en la Argentina de los últimos años la debilidad de la demanda de dinero es creciente, la dolarización de los activos financieros aumenta marcadamente en épocas de turbulencia macroeconómica generando fuga de capitales,el gasto público crece a un ritmo muy superior al de los ingresos deteriorando el frente fiscal y la inversión pierde peso relativo en la demanda agregada (en favor del consumo), entonces el nivel óptimo de reservas que debe atesorar el Central aumenta”.

Desde este enfoque, concluye Frigerio, “el BCRA debe guardar un nivel de reservas óptimo muy superior a la base monetaria, por lo que las reservas excedentes del BCRA serían, en el mejor de los casos, muy inferiores a lo que supone la actual administración”. El debate, recién comienza.

Fuente: iEco Clarin