LAS NEGOCIACIONES POLÍTICAS OBLIGARÁN A CONTAR CON ALTERNATIVAS AL DECRETO

Estudian opciones de financiamiento que no vulneren las reglas del BCRA

lunes, 18 de enero de 2010

La salida más práctica es retomar la idea de crear un fondo que sólo sea de garantía. Otras opciones apuntan a nutrir el Fondo del Bicentenario con letras del Tesoro

 El conflicto que se abrió por el uso de las reservas y la remoción del presidente del Banco Central todavía se mueve a dos bandas, entre la esfera Judicial y las posturas de los partidos que desde el Congreso exigen respetar los caminos institucionales. El Gobierno, fiel a su estilo, ratificó que no piensa retroceder sobre sus decisiones, con lo cual actuará recién cuando alguno de los restantes poderes invalide una de sus medidas. Sin embargo, eso no impidió que comenzara una ronda de intensas discusiones técnicas entre economistas ligados a los principales referentes opositores, para evaluar alternativas de financiamiento menos costosas desde lo político que el polémico Fondo del Bicentenario.

La urgencia para avanzar por ese andarivel no es financiera, ya que del total de vencimientos de la deuda en dólares que debe afrontar Economía en 2010, la mitad (u$s 2500 millones) corresponde al pago de los intereses del Boden 2012 que se cumple en agosto. Esto implica que las definiciones estarán marcadas por los tiempos del Parlamento, en donde algunos sectores están dispuestos a interceder en la búsqueda de una solución. El punto de partida es modificar el status bajo el que se podrán usar las reservas hasta hacerlo aceptable para todas las partes en pugna: el actual presidente del Banco Central, el Gobierno y los legisladores.

La opción menos problemática es la creación de un fondo de garantía constituido con reservas. Esta alternativa era parte de la idea primaria que presentó el Poder Ejecutivo, pero luego Amado Boudou dejó en claro que el propósito oficial era utilizar los dólares para cancelar pasivos con acreedores privados, dando lugar al cortocircuito original entre Economía y el Banco Central. Con este mecanismo las reservas a utilizar pasarían a ser una garantía colateral (en el pasado se han utilizado con este fin créditos de organismos internacionales) de deuda nueva que el Estado emite para cubrir los vencimientos de capital, aspirándose a un costo razonablemente menor al de mercado.

El fondo de garantía es la salida política e institucionalmente más correcta, pero no por eso la más probable. Cuenta con el visto bueno de Martín Redrado y la aprobación tácita de Mario Blejer (quien ya resolvió retomar su actividad como estudioso del sistema financiero internacional, rol que recuperará en breve en el Foro de Davos).

Las utilidades del Banco Central son otra de las alternativas a mano. El economista Ricardo Delgado estima que por diferencias de cotización de títulos públicos, diferencias de cambio y ganancias por operaciones a futuro el BCRA podría generar ganancias cercanas a $ 20.000 millones, muy superiores a los $ 3.000 millones anotados en el Presupuesto 2010. Si bien esta opción no requiere modificar ningún instrumento legal, le resta al Gobierno recursos que ya estaba contabilizando de manera paralela como fuente para financiar gastos no presupuestados.

Otra idea sugerida fue fondear el Fondo del Bicentenario con deuda del Tesoro colocada a tasas marginalmente superiores a las que paga el Central en sus subastas de Lebac y Nobac (hay emitidos $ 32.000 millones y $ 12.000 millones, respectivamente).

Delgado sostiene que si el BCRA no renovara el 60% de este stock estaría inyectando liquidez por aproximadamente $ 26.000 millones, que el Tesoro podría retirar mediante la emisión de Letras a un año por la misma cantidad. El Gobierno podría asignar estos pesos al Fondo del Bicentenario (que podría integrarse en parte con los dólares que le compraría al banco central para cubrir los pagos externos), o gastarlos (el dinero es fungible y el uso específico de una determinada partida no es relevante, desde una perspectiva monetaria). Esta operación no tendría efectos monetarios e implicaría sólo un doble cambio de composición: la deuda externa se cancela con deuda doméstica, y la deuda del Banco Central se convierte en deuda del Tesoro.

El economista radical Mario Brodersohn, de Econométrica, había planteado la semana pasada un mecanismo similar, en donde el Tesoro pasaría a ser el responsable de comprar los dólares excedentes del comercio exterior (estima un superávit comercial de u$s 13.300 millones) y venda Letras de Tesorería (Letes) para absorber los pesos que coloque en el mercado.

En esta propuesta el Tesoro, en lugar de endeudarse con el Central colocando un título por los u$s 6.500 millones como contrapartida del Fondo del Bicentenario, pasa a endeudarse en pesos con el sector privado colocando Letes. Con esos pesos compra los excedentes de dólares del sector privado, lo cual le permite hacer frente a los servicios de la deuda en dólares.

Para algunos analistas esta idea tiene un tinte muy “ochentoso” y si bien resuelve el conflicto por el uso de las reservas del Central, recrea el desplazamiento del crédito desde las empresas hacia el Estado.

En algunos ámbitos oficiales se discutió la posibilidad de ampliar el uso de los adelantos transitorios, pero eso sería un nuevo problema a menos que se retoque la Carta Orgánica a través de una ley.

Avanzar en este camino implica modificar el último límite (12% de la base monetaria más 10% de los ingresos fiscales del último año). En los hechos, el único beneficio de esta propuesta es facilitar la renovación de los u$s 4.800 millones que el Tesoro le debe reintegrar al Central en junio próximo, ya que la recaudación de los últimos 12 meses alcanzará para menos que en 2009.

Fuente: El Cronista