Finanzas Globales

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Blog con información sobre economía y finanzas internacionales, relacionados con los riesgos que afrontan las entidades bancarias

Calificadoras de riesgo... ¿Quién paga la cuenta?

Rodolfo Rapán

Por Rodolfo Rapán

martes, 21 de abril de 2009

A la hora de escribir listas sobre los eventuales responsables de la actual crisis, las calificadoras de riesgo figuran en todas.

La Securities and Exchange Commision (SEC), organizó la semana pasada una mesa redonda, para examinar los parámetros de supervisión que debe ejercer sobre las agencias de ratings, de la cual participaron, además de los reguladores, especialistas en finanzas y representantes de “las tres grandes” (Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch)

Recordemos que la escala utilizada por las calificadoras asigna el AAA a las obligaciones con mejor capacidad de pago siguiendo por AA, A, BBB, BB, B, etc. También a cada nota puede adicionársele un “+” o un “-“. Cuando por ejemplo se produce un baja de AA+ a AA; o de AA- a A+, se dice que se ha bajado un grado la calificación. Las rebajas que estábamos acostumbrados a ver eran normalmente de un grado y cuando eran de dos grados ya generaban problemas. Precisamente ese cambio gradual es lo que da información a los inversores sobre un deterioro paulatino en las probabilidades de pago del emisor. El cuadro que acompaña este artículo al pie, muestra (solo algunos ejemplos entre miles que han sucedido) que recientemente se han realizado bajas superiores a 10 grados de un día para el otro. La magnitud de las bajas demuestran por si mismas que el modelo de calificación no ha funcionado, aumentando la desconfianza sobre el trabajo de las Calificadoras.

La discusión que nuevamente ha tomado vigencia es quien debe pagar las calificaciones. En el modelo actual quien paga es el emisor de deuda. Esto plantea un conflicto de intereses ya que el emisor está interesado en una buena calificación, y si la nota es mala, probablemente no habrá negocio para él ni para la calificadora, por lo cual esta última también tiene un incentivo para otorgar una nota mayor que la merecida.

Seguramente si hubieran sido los inversores quienes hubiesen pagado las calificaciones, las mismas hubiesen sido más realistas. El problema se plantea en que al estar los inversores atomizados, no es fácil estructurar un modelo de negocio en el cual sea el inversor quien paga. Una opción sería que las calificaciones fuesen públicas, solventadas por el Estado por medio de algún tipo de impuesto a los inversores, pero esto puede ser un bocado de difícil digestión para el Estado Norteamericano, propietario ya de varios bancos y sin ganas de seguir incrementando su participación en el sistema financiero.